Hablo, luego soy: política lingüística en Puerto Rico
Por Kattia Chico
kchico@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 12 de septiembre de 2003

“El famoso dicho de René Descartes -Pienso, luego soy- puede redefinirse para muchos como hablo, luego soy.”

Con estas palabras inició el doctor Amílcar Antonio Barreto de Northeastern University su ponencia “Política lingüística, estrategias partidistas y los nexos idioma-identidad en Puerto Rico y Estados Unidos”, que ofreció en el RUM el jueves, 28 de agosto pasado por invitación del Departamento de Ciencias Sociales y la Oficina del Rector, doctor Jorge Iván Vélez Arocho.

Barreto explicó que en muchos casos el idioma va más allá de ser un sistema de comunicación y se convierte en elemento definitorio de identidad y herramienta de colonización. Partiendo de dos posturas alternas en las ciencias políticas, examinó las medidas lingüísticas tomadas por los gobernadores Rafael Hernández Colón (1988-1992) y Pedro Rosselló (1992-2000). La primera de ellas se refiere a estrategias para obtener un máximo de votos y la segunda a los juegos ocultos que disfrazan las motivaciones tras medidas que a primera vista son contrarias a esa finalidad.

Haciendo un poco de historia, narró que la primera ley en oficializar las lenguas del gobierno de Puerto Rico - inglés y español- se firmó en 1902, a la vez que llamó la atención sobre el hecho de que el gobierno federal estadounidense nunca ha declarado una lengua oficial. Dicha ley permaneció inalterada hasta 1991, cuando Hernández Colón firmó otra en que se declaraba la lengua española como único vernáculo.

“Obtener la mayor cantidad de simpatizantes -léase votos- es el objetivo de cualquier candidato en los sistemas democráticos. Entonces, resulta contraproducente irritar a los votantes impulsando una propuesta poco simpática para la mayoría, como hizo Rafael Hernández Colón al firmar la ley que declaró el español como lengua oficial en 1991”, sostuvo.

Según Barreto, las motivaciones del ex gobernador tenían que ver con la creación de un escudo simbólico ante las declaraciones de George Bush padre -entonces presidente de Estados Unidos- quien en su primer discurso ante el Congreso estadounidense declaró que quería la estadidad para Puerto Rico. Explicó que la exclusión del inglés como lengua oficial era una estrategia para alejar esta posibilidad, pues el prejuicio de considerar a los no-angloparlantes como ciudadanos inferiores está arraigado en la cultura de ese país desde los tiempos de Benjamin Franklin.



“Mientras la retórica oficial estadounidense dice que todos somos iguales, la realidad alimenta jerarquías culturales y lingüísticas. La aprobación de una sencilla ley simbólica tuvo un impacto tal que siguió mencionándose en los debates congresionales del 93, 95 y 98, a pesar de que ya no existía ”, declaró.

Agregó que las mismas razones explican la corta vida de la ley que popularmente se conoció como “Spanish Only”, pues su derogación fue la primera medida que tomó la administración de Rosselló en cuanto éste asumió el poder en 1992. En un país donde en el censo de 1990 apenas el 25 por ciento de la población se declaró bilingüe, el público a quien estaba dirigida esta medida estaba en Washington.

Concluyó que ninguna de estas medidas tuvo un impacto significativo sobre la realidad idiomática del país, y que “el caso de Puerto Rico durante la década del 90 nos dice más sobre la sensibilidad estadounidense ante el nexo lengua inglesa-identidad que sobre el nexo cultura-lengua española en nuestro país”.

Barreto tiene un doctorado en Ciencias Políticas y otro en Leyes. Actualmente es catedrático asociado de la Northeastern University en Boston. Ha escrito numerosos artículos y tres libros: Language, the Arts and the State: Nationalism in Puerto Rico and Quebec Vieques, The Navy and Puerto Rican Politics, y The Politics of Language in Puerto Rico, sobre el cual basó esta charla.


Doctor Amílcar Antonio Barreto