Subestación experimental de Lajas
Por Margarita Santori López
msantori@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 19 de agosto de 2005

LAJAS - “Es simple. Sin agricultura, no hay comida”, así lee un letrero en una finca cercana a la Subestación Experimental Agrícola de Lajas establecida en 1946 precisamente con el propósito de fomentar la agricultura en esa zona. Adscrita al Colegio de Ciencias Agrícolas del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), consiste de un enorme laboratorio de más de 500 cuerdas de terreno enclavadas en la reserva agrícola del valle de Lajas. Aquí se cultivan hortalizas, vegetales, árboles frutales, soya y arroz, y además, se crían aves, ganado, conejos, cerdos, entre otros.

La subestación consta de varias dependencias que comprenden el área de administración, una oficina del Servicio de Extensión Agrícola, la vaquería y la granja experimental. En ella laboran unos 60 empleados, entre los cuales siete son investigadores y los demás son técnicos de investigación, personal administrativo y empleados de campo.

La investigación es el quehacer principal de la subestación. Proyectos sobre prácticas hortícolas, manejo de suelos, irrigación, evaluación de germoplasmas de granos, hortalizas y vegetales, y la crianza de aves y ganado, son algunas de las áreas de investigación. Los estudiantes graduados y subgraduados de Ciencias Agrícolas del RUM realizan su práctica aquí, pero además, se producen semillas para venderlas a los agricultores y muchos remanentes de los frutos que se cosechan están disponibles para la venta al público general.

Uno de los proyectos que actualmente se trabaja es el de los ajíes dulces, dirigido por el doctor Héctor Santiago, administrador de la subestación. Éstos se cultivan en una cuerda de terreno y tardan de tres a cuatro meses en dar frutos. Una misma siembra puede producir hasta nueve cosechas, cada dos semanas. Otros proyectos son siembras de maíz, calabaza, piña, caña de azúcar, quenepas, mangó, arroz y soya. Estos dos últimos se cultivan en lo que se conoce como “viveros de invierno” para universidades en los Estados Unidos.

“También hemos cosechado melón, papaya, brécol, fresas, tomates, pimientos morrones, todo depende de los proyectos de investigación”, indicó Santiago. Explicó que luego de que una siembra ha rendido sus frutos, se intercala el terreno, es decir, se ubica en otra área de la finca para que no se sature la tierra.

El arroz es uno de los cultivos de invierno para el cual se utilizan unas 30 cuerdas. La siembra es en octubre y se cosecha en abril o mayo. “Cuando la semilla está lista para colectarse, se cubre con una malla para evitar que las aves se coman el arroz”, explicó Jaime Camacho, empleado de la subestación. Agregó que una particularidad del arroz es que al principio el terreno debe estar inundado. “Se divide por diques que acumulan el agua y a medida que crece se va secando”, señaló.

Otros proyectos de la subestación trabajan con variedades de quenepas -de 10 a 12 de ellas- y unas 12 variedades de mangó mayagüezano, ambos para fines comerciales. De igual forma, la profesora Sonia Martínez intenta rescatar el fenotipo de la piña cabezona original y trabaja con cinco clones de esta especie, mientras que el doctor Luis Pérez, de ingeniería agrícola, dirige una investigación de caña de azúcar, subvencionado por la NASA, según relató Santiago.

“Todas las siembras utilizan la técnica de riego por goteo porque resulta más económico y eficiente”, sostuvo el administrador.

Por otro lado, en la vaquería hay unas 100 reses de las cuales alrededor de 85 son para ordeño. “Se ordeña a las dos de la madrugada y a las dos de la tarde”, indicó Héctor Sánchez, estudiante graduado de Industrias Pecuarias. Las razas de las vacas son Holstein (blancas y negras), brown swiss y los híbridos que son una mezcla de las anteriores, apuntó el estudiante. La leche que se colecta se vende a la industria lechera.

Mientras tanto, en otra area de la finca se encuentra la granja experimental de Industrias Pecuarias donde se crían conejos, cerdos y aves. Aquí también hay un matadero y un molino para procesar alimentos. Uno de los experimentos que se lleva a cabo actualmente en la granja es la crianza de 600 guineas que servirán para investigación y para la venta. “En Puerto Rico no hay producción de guineas a nivel comercial y se ha comprobado que es una carne muy saludable y sabrosa -más que el pollo- que puede ser una excelente alternativa para el consumidor”, explicó Santiago, investigador principal. Agregó que en octubre próximo se inicia una investigación que evaluará tres estirpes de guinea: la local, otra procedente de Canadá y otra de Estados Unidos.

Sobre los proyectos futuros de la subestación de Lajas, Santiago mencionó la remodelación de la vaquería y la ampliación del área de avicultura.

“La remodelación de la vaquería es un proyecto con una inversión de $700 mil, subvencionado mayormente por el Departamento de Agricultura de Puerto Rico, que consta de una remodelación completa. Tendrá tres nuevos edificios, uno para la sala de ordeño, otro para el autoconfinamiento del ganado bajo techo donde cada res tendrá un área individual y otra estructura tipo hangar para guardar el equipo”, dijo el profesor. Se espera que la nueva sala de ordeño esté lista en octubre de este año.

Por otro lado, indicó que en el área de avicultura se proyecta construir tres estructuras tipo rancho, uno para investigación, otro para desarrollar huevos de gallina para la mesa y un tercero para pollos parrilleros con ambiente controlado. Se espera que esté listo para medidados del próximo año.

Página de internet: http://www.uprm.edu/agricultura/sea


Alvin Morales, empleado de la subestación, muestra parte de la cosecha de ajíes dulces.


Jaime Camacho enseña una de las mazorcas recolectadas.


Pedro Henríquez trabaja en el área de Industrias Pecuarias.


El doctor Héctor Santiago dirige un proyecto con unas 600 guineas.


El arroz ya está listo para colectar la semilla.


En la subestación se realiza investigación sobre el maíz y otros frutos.


Una de las piñas que se producen en la subestación.

Héctor Sánchez, estudiante graduado de segundo año de Industrias Pecuarias trabaja 15 horas semanales en la vaquería. Juan Toro, ayudante técnico, muestra una variedad de soya, que se cultiva como parte de un acuerdo con la Universidad de Nebraska.