Expedición científica por el Caribe
Por Margarita Santori López
msantori@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 13 de octubre de 2006

El doctor John Paul realizó análisis genético del fitoplancton.
Un mes en alta mar.
Ése fue el balance de dos expediciones realizadas por un grupo de investigadores del departamento de Ciencias Marinas (CIMA) del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) que viajó por aguas del mar Caribe para estudiar distintos aspectos de esta zona. Los proyectos comprendían desde remolinos marinos hasta propiedades del agua, sus organismos microscópicos y especialmente, determinar la capacidad de absorción de bióxido de carbono atmosférico que tiene el océano en esta parte del mundo.

Cada viaje duró 16 días y zarpó desde la isla Magueyes en Lajas a bordo del barco R/V Pelican (http://lumcon.edu/pelican), propiedad del consorcio marino de universidades de Louisiana (LUMCON, por sus siglas en inglés). El primer crucero, llamado CaVortEx (Caribbean Vorticity Experiment) trascurrió del 26 de agosto al 10 de septiembre pasado con una ruta desde Puerto Rico hasta Aruba. Fue un proyecto liderado por el doctor José Manuel López Díaz, profesor de CIMA y en el que se cubrieron 23 estaciones de muestreo. El segundo viaje, titulado OriPex (Orinoco River Plume Productivity Experiment), fue dirigido por el doctor Jorge Corredor, también de CIMA y duró del 18 de septiembre hasta el 2 de octubre pasado. El área de investigación se concentró en lo que se conoce como “la pluma” o descarga del río Orinoco en el Caribe oriental.

En ambas travesías participaron los profesores López Díaz, Corredor y Julio Morell, junto con seis estudiantes graduados de Ciencias Marinas del RUM. En la primera expedición también viajaron los profesores Jorge Capella y Fernando Gilbes del RUM, mientras que en la segunda colaboraron investigadores de Rutgers University en New Jersey, College of William & Mary en Virginia y University of South Florida.

El objetivo principal del último crucero que arribó el 2 de octubre pasado a La Parguera era investigar en qué medida las descargas de grandes ríos llevan al océano a funcionar como sumidero o depósito de carbono. De acuerdo con los expertos, este fenómeno es determinante para conocer más sobre los cambios en el calentamiento global y la manera en que el mar contrarresta la concentración de bióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

“Luego de las lluvias estacionales en los llanos de Venezuela y Colombia, la descarga del río Orinoco se extiende por más de 250 mil kilómetros cuadrados por el mar Caribe”, señaló Corredor. Esta extensión de agua causa profundos cambios en las comunidades planctónicas y su capacidad de utilizar carbón, declaró el científico. El plancton es el conjunto de organismos que vive suspendido en el agua dulce o salada, y son más abundantes hasta los 200 metros de profundidad aproximadamente. Durante más de una década el grupo del RUM ha estudiado el área del Orinoco.

En esta ocasión utilizaron técnicas muy sofisticadas en biogeoquímica y genética. Las primeras permitirán medir la actividad de absorción y/o emisión de CO2, mientras que el análisis genómico revelará cuáles son los organismos responsables de esos procesos. “Esto nunca se había hecho en el Orinoco”, aseguró Corredor.

El grupo de University of South Florida, a cargo del doctor John Paul, fue uno de los que utilizó el estudio genético. “Lo que queremos saber es la manera en que el río afecta el fitoplancton genéticamente activo”, puntualizó el científico. Agregó que la descarga del Orinoco “está viva” y por ser una masa de agua viviente cambia la dinámica de lo que sucede. El doctor Paul había participado anteriormente en una expedición similar por la desembocadura del río Missisippi, pero es la primera vez que estudian la zona del Caribe.

Por su parte, el profesor Morell destacó que con la ayuda de un vehículo ondulador descubrieron una actividad de olas internas significativa que promueve que se mezclen las aguas profundas con las llanas y tiene implicaciones de fertilización. “En vez de una superficie tranquila, encontramos muchas olas pequeñas en esa interfase”, sostuvo. El ondulador, valorado en $200 mil, cuenta con sensores que recogen data a tiempo real y puede sumergirse hasta 100 metros de profundidad.

Otro hallazgo significativo fue que en la parte más lejana de la descarga del río -donde quedan muy pocos nutrientes- hallaron un grupo de plancton marino capaz de utilizar el nitrógeno. “Hay crecimientos enormes de esos organismos. Es un fenómeno que se había visto en la descarga del río Amazonas, pero no en la del Orinoco. Eso ayuda a que funcione el océano como sumidero de carbono”, explicó Corredor.

Los profesores consideraron que la expedición fue muy exitosa, no sólo por la cantidad de investigadores y de instrumentación especializada utilizada, sino porque servirá para modelar estos procesos en otras regiones del mundo. Asimismo, Corredor mencionó que el proyecto ha generado un gran entusiasmo entre los colegas de distintas universidades por ser un programa colaborativo. “Pensamos que esto nos puede dar un gran futuro institucional para atraer más fondos, traer más expertos en distintos campos y llevar a cabo colaboraciones que van a redundar en excelencia académica”, subrayó.

Luego del análisis de los datos, se darán a conocer los resultados de las investigaciones.


Una foto del grupo de científicos que participó en la segunda expedición.


El profesor Morell explica las funciones de una incubadora que llevaron a bordo del R/V Pelican donde colocaron las muestras de plancton con situaciones de luz similares a las del mar para medir el oxígeno que producen y consumen.


El doctor Morell y Corredor muestran el vehículo ondulador equipado con sensores que recogían la data a tiempo real.

Fotos Carlos Díaz