Profesor del RUM investiga cuevas en Guatemala
Por Idem Osorio
iosorio@uprm.edu
PRENSA RUM

viernes, 25 de mayo de 2007

El doctor Thomas Miller, catedrático asociado del departamento de Geología del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), emprendió el pasado año una investigación con el propósito de estudiar las estalagmitas para analizar las temperaturas registradas por siglos.

Para su sorpresa, en la expedición por el Sistema de Cuevas Chiquibul situada en la frontera entre Guatemala y Belice no solo encontró los datos que buscaba sino que se topó con fósiles y artefactos de la cultura maya.

El geólogo, quien además ha investigado las cuevas de Puerto Rico, se dio a la tarea de estudiar las estalagmitas guatemaltecas desde la perspectiva de la paleoclimatología o estudio de la corteza terrestre, los paisajes y los fósiles, entre otros datos, para determinar la historia de las variaciones del clima en el planeta.

Según explicó, su investigación se centra además en analizar los desplazamientos de las cuevas causados por terremotos. “Mi propósito no era solo mirar los recientes cambios en el clima, relacionados a su vez con el calentamiento global, pero también examinar los procesos de levantamiento de terrenos en distintas áreas a lo largo de cientos de años”, reveló.

Precisamente, Miller indicó que para lograr ese objetivo es necesario determinar el tiempo que tienen las estalagmitas, así como analizar el agua acumulada en los suelos de las cuevas. “Muchas cuevas en Puerto Rico y Guatemala tienen más de un nivel o varias galerías y eso indica que el agua del suelo ha permanecido igual, pero las cuevas han sido levantadas probablemente por los movimientos tectónicos ocurridos a lo largo de millones de años”, señaló.

Las estalagmitas, las rocas que se forman en el suelo de las cavernas en forma de cono con la punta hacia arriba, son una fuente inagotable de información. Así lo aseguró el científico para quien es “fascinante” mirarlas específicamente porque se les puede estimar el tiempo exacto que tienen, incluso hasta miles de años atrás.

“Contrario a los corales, puedes encontrar las estalagmitas en la tierra, en diferentes alturas y fuera del trópico. Son muy útiles en términos de la información que proveen porque puedes obtener la temperatura del pasado, el clima y hasta la vegetación que había en la superficie”, precisó.

El geólogo, cuyas áreas de interés son además la hidrología y geomorfología, centró su estudio en la parte guatemalteca de las cuevas donde ha realizado más de cuatro expediciones desde enero de 2007. Relató que ya conocía las cuevas de Belice porque las ha estudiado aproximadamente durante 30 años. Aclaró que el primer semestre del año, durante la temporada de sequía en ese país centroamericano, es la mejor época para visitarlas.

“Estaba buscando un lugar donde hubieran muchas estalagmitas rotas que pudieran ser un indicativo de grandes terremotos y por la ubicación de las placas tectónicas hay una gran zona vulnerable de estos movimientos sísmicos en Guatemala”, aseguró Miller al explicar las ventajas de estudiar las cuevas Chiquibul, las más grandes de ese país.

Asimismo, destacó que este lugar en particular reunía otras características necesarias en su estudio como, por ejemplo, la presencia de un río, la ubicación de las rocas lejos de la entrada de la caverna, lo que garantiza que éstas no se afecten por la temperatura externa y que tengan un 100 por ciento de humedad. De acuerdo con el científico, esas condiciones son sumamente relevantes para los estudios recientes de paleoclimatología que requieren incluso que estén cayendo gotas de agua sobre la estalagmita.


La expedición

El catedrático contó que su más reciente viaje a las cuevas de Guatemala ocurrió en abril pasado y duró un total de 11 días. El grupo estuvo compuesto por Miller, un estudiante de biología del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, y dos exploradores de cuevas (uno puertorriqueño y otro guatemalteco).

Relató que les tomó un día de vuelo en avión hasta la ciudad de Guatemala; un día de viaje en autobús hasta llegar al noreste del país; y un día a pie y en caballo para cruzar el río y llegar hasta la entrada principal de la cueva. Agregó que las jornadas de trabajo eran de más de diez horas diarias.

De acuerdo con el investigador, pudieron presenciar paredes verticales de roca del alto de edificios de cuatro pisos; estalagmitas enormes en el suelo como señal de movimientos de terremotos; y espacios abiertos adentro de las cavernas de alturas de 200 a 300 pies. Agregó que el grupo exploró cerca de una milla en las cuevas que antes no se conocía.

Además, como “golpe de suerte” encontraron fósiles de dos especies de animales (lo que parece ser un oso y un tipo de murciélago) de los que no se tenía constancia que existieran en esos lugares. Asimismo, descubrieron varias vasijas y fragmentos de artefactos que por el diseño y estilo se cree que pertenecen a la cultura maya y que fueron fabricados alrededor del año 750 A.D.

Miller explicó que acaba de completar su año de sabática para la investigación y ahora se dedicará a analizar la información y publicar los resultados de su estudio. Agregó que eventualmente su meta es incluir cuevas de otros países como República Dominicana para hacer un estudio más abarcador sobre la variación de temperaturas, clima y movimientos telúricos en la región.

Concluyó que a largo plazo su investigación podría arrojar luz sobre el calentamiento global, no obstante aclaró que su interés inmediato es “mirar los patrones de actividad sísmica y algunos de los cambios climáticos recientes en el área caribeña”.


El Dr. Thomas Miller, al fondo, frente a uno de los hallazgos de vasijas mayas.


Como parte de su investigación, Miller exploró junto a su grupo de trabajo el Sistema de Cuevas Chiquibul de Guatemala.


El grupo encontró cuevas con espacios abiertos de alturas de 200 a 300 pies.


El viaje de expedición incluyó un día entero a pie y en caballo para cruzar el río y llegar hasta la entrada principal de la cueva.


Detalle de un fragmento de vasija que se cree fue fabricada alrededor del año 750 A.D.


Una de las ventajas de estudiar las estalagmitas, explicó Miller, es que se les puede estimar el tiempo exacto que tienen.


El grupo estableció su campamento en la entrada de la caverna.


Uno de los tramos de la expedición incluyó este estrecho pasaje casi cubierto por agua.


El Dr. Miller en el Río Chiquibul que forma parte del sistema de cavernas.

Fotos suministradas