At the OHL, we wrestle with the archival mandate to preserve for 100 years. Of course, we want our stories to survive and meet new generations, but with our focus on the climate crisis, we recognize that we may not have 100 years left if we do not take action now. How then can we develop the means of amplifying the experiential knowledge contained in eyewitness testimonies of surviving and creatively addressing climate change? These actions, accompanied by intergenerational marginalization from years of colonial practices and systemic racism—begun in 1493 when, on his second voyage, Columbus set foot on the island that would become known as Puerto Rico—led to the humanitarian crisis of failed governmental relief efforts in the aftermath of Hurricane María and prevented essential eyewitness testimony from frontline communities from contributing to global conversations and efforts to mitigate the climate emergency. Our challenge now is to think through how colonial practices and systemic racism intertwine in the global climate crisis to marginalize people in their spaces and lock them out of public discourse. What can we, as an international community interested in life narratives, do to disseminate widely narratives that connect readers to these crises that are defining the twenty-first century?

The OHL model of connecting three humanities-based campus assets allows us to rethink storytelling for social justice strategies by synthesizing oral history, archival practices, and multimodal dissemination as a means of circulating the critical information held in eyewitness narratives to internal and external communities. We uphold an integrated high-tech, low-tech, no-tech model to reach multiple audiences. This approach includes extensive attention to the dignity of access for our narrators and the rejection of extractive colonial practices that take stories out of communities and render them inaccessible to the storytellers, while at the same time curating public-facing outputs for wider audiences of stakeholders.

En el OHL, luchamos con el mandato de archivo de preservar durante 100 años. Por supuesto, queremos que nuestras historias sobrevivan y lleguen a nuevas generaciones, pero con nuestro enfoque en la crisis climática, reconocemos que quizás no nos queden 100 años si no actuamos ahora. ¿Cómo podemos entonces desarrollar los medios para amplificar el conocimiento experiencial contenido en los testimonios de testigos presenciales que sobreviven y abordan creativamente el cambio climático? Estas acciones, acompañadas de marginación intergeneracional debido a años de prácticas coloniales y racismo sistémico—que comenzaron en 1493 cuando, en su segundo viaje, Colón pisó la isla que pasaría a ser conocida como Puerto Rico—condujeron a la crisis humanitaria de los fallidos esfuerzos de ayuda gubernamental tras el paso del huracán María e impidieron que testimonios esenciales de comunidades de primera línea contribuyeran a conversaciones globales y esfuerzos para mitigar la emergencia climática. Nuestro desafío ahora es pensar cómo las prácticas coloniales y el racismo sistémico se entrelazan en la crisis climática global para marginar a las personas en sus espacios y excluirlos del discurso público. ¿Qué podemos hacer, como comunidad internacional interesada en narrativas de vida, para difundir ampliamente narrativas que conecten a los lectores con estas crisis que están definiendo el siglo XXI?

El modelo del OHL de conectar tres activos basados en humanidades en el campus nos permite repensar estrategias de narración para la justicia social al sintetizar la historia oral, las prácticas de archivo y la difusión multimodal como un medio para circular la información crítica contenida en narrativas de testigos presenciales a comunidades internas y externas. Mantenemos un modelo integrado de alta tecnología, baja tecnología y sin tecnología para llegar a múltiples audiencias. Este enfoque incluye una atención extensa a la dignidad del acceso para nuestros narradores y el rechazo de prácticas coloniales extractivas que sacan historias de las comunidades y las vuelven inaccesibles para los narradores, al mismo tiempo que curamos salidas orientadas al público para audiencias más amplias.