B.R. Mourelo
Tres poemas
Tinta regada
9 – enero de 2026
*
Captar el color
No sé cómo captar el color
del cielo
Ni el tono de la luz del sol
En mis dos puntos geográficos.
Desde uno,
La claridad parece casi crujiente, mañanera, divertida
Y hasta un poco locuaz y descarada.
En el otro,
La luz tiene una tonalidad mucho más austera y agresiva.
Veo el sol en estos dos extremos
Y su recorrido es
El mismo que yo he hecho:
Un puente imaginario entre dos mundos.
Una extensión alargada
Que traslada dos partes de mi vida
Que une dos realidades
Que fusiona mi doble identidad.
Todo en el aire
Contenido
En el azul del cielo que he cruzado
En la luminosidad certera que me persigue
De un continente a otro.
*
Olivo verde
(Para Emiliano)
Olivo verde
Y flor amarilla a sus pies.
Campo de espigas rubias
Entre amapolas rojas.Viñedos extendidos
Y almendros en la distancia.
Lavanda lila
Compitiendo en frescura
Con el sol de mayo.Flor alta y blanca
Al filo del camino
Que recorro sonriente
Para pasar un día junto a tí.
*
Paseo marítimo
La brisa peina la sien y los rizos
enmarañados por la risa
y por tu murmullo en el oído
según pasamos caminando
en paralelo a la línea del mar
observados por ojos tranquilos
al fresco y de refresco
al caer la tarde.
Tonos anaranjados brillan en la piel
del paseante y del pensante.Caminamos de la mano
con ritmo lento
levantando leves los pies
mirando al frente
o distraídos
por la espuma que rompe en la orilla
o la estrella de Neruda
que despunta allá a lo lejos.Nos sentamos cadenciosos
a mirar ahora las miradas de los otros
los pasos arrítmicos de ellos
las faldas ondulantes de ellas
las carreras felices de los niños.Doblan la esquina dos mozas morenas
exultantes, sonrientes,
con destellos blancos
entre los labios carnosos,
miradas profundamente oscuras
e inquietas
entre rizos alborotados, una;
moño estirado, otra.
Ellas caminan seguras hacia la noche
hacia la sonrisa eterna de la juventud incansable
desdeñando sin darse cuenta
a toda otra edad.Caminan, o más bien, levitan:
sus pies tostados van como alados,
al encuentro de amantes furtivos
de lunas rielando en la mar en calma
de músicas agotadoras
en su constante pulsión eléctrica.Envidiadas y ajenas
lanzan con sus carcajadas sonoras
puñales de mandarina.
Tienen mejillas rosadas
y carmín oscuro:
guiños al alma de color coral.Al otro lado
en la esquina del paseo
un marinero retirado
con su gato en las rodillas
mira cotejando la vida dichosa
de tantos otros
con la suya.
Los dos reposan tranquilos,
sin marejadas ni vaivenes salados
de ralo pelaje ambos,
en tierra firme
pero frente al mar.Mecidos por el viento de poniente
avanzamos de nuevo
hacia el final del paseo
sonriendo a los felinos
mullidos en la arena cálida
junto a las balsas con nombres floridos.
Paseamos marítimamente livianos
hasta el rinconcito arrendado
donde nos envolveremos
en sueños de caracola
y de amor.
