Mirella Espino
Reflexiones sobre Érase una vez en el Caribe (2023)
Tinta regada
1 de mayo de 2025
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Érase una vez en el Caribe (2023) empieza con el rapto de Pura (Essined Aponte) y de allí, seguimos la trayectoria de su esposo, Juan Encarnación (Héctor Aníbal) quien busca recuperarla y vengarse. La trama es cautivadora, entretenida, llena de acción y emotiva, y producida en alta calidad. Implementando referentes como acentos, paisajes, visuales (e.g. el velorio, la obra de Leighton) y géneros musical y baile, lograron capturar, transmitir y promover un orgullo y sentido de puertorriqueñidad (notable con los niveles de participación y reacciones durante la proyección de la película).
Utilizando la obra como una alegoría de la historia caribeña o puertorriqueña, el director descentraliza al poderoso, rico y blanco como civilizado y representa el flujo de personas de distintas culturas en el Caribe que por varias razones se encontraron en el archipiélago. Sin embargo, seguimos con la reproducción de centralizar al hombre en la historia, de roles estereotipados de géneros y normas de belleza.
Empezamos con Encarnación, el personaje principal quien es un hombre negro, serio, fuerte, entrenado en combatir con machete, protector, perseverante y honorable. Estos caracteres reproducen estereotipos y centralizan la perspectiva del hombre. No obstante, si hubo un elemento significante en la diversificación del jíbaro desempeñado por un actor negro y dominicano que pudiera ser un reconocimiento al grupo más grande de inmigrantes en Puerto Rico y su aceptación. En relación con este personaje, es que también se ilustra la barbaridad de los americanos y el capitalismo o posiblemente pobreza que motivó a sus propios compatriotas a raptar a su mujer y matar en el nombre de ellos.
Sigue Pura. Pudiéramos interpretar su nombre de varios modos. Por ejemplo, su hija nombrada Patria y juntas, serían Pura Patria, pero también hay una asociación de pureza de una mujer blanca. Luego, hay una reproducción de estándares de belleza con un cuerpo delgado, feminizado y blanco (aunque el director y su equipo, juegan con el color para exagerar el bronceado su piel). En conclusión, tenemos el viejo cuento y tropo de la damisela en apuros que minimiza el liderazgo y fuerza histórica y contemporánea de las puertorriqueñas.
