
“Belleza apropiada,” Baruch Vergara
La ambigüedad procede de latín—ambi : tolera (o goza) atributo múltiple/compuesto.
Puede aparecer como sinónimo de confusión, también de latín: cum/con y fusio/derritición.
En unir por mezclar, si sean metales o ideas o lenguas o gentes, se funde algo nuevo.
Si la ambigüedad propone comunicación y pensamiento marcados por la flexibilidad y la interpretación, los diálogos que ocasiona aprecian múltiples coordenadas (experiencias, perspectivas y conocimientos) sin jerarquizarlas.
Su calidad está en mezclar, en mestizar los puntos de referencia. Mantener, pero asimismo apreciar y cultivar la ambigüedad, digamos hacia una ansiedad sana, hace posible una adaptabilidad que propone contextos para cuestionar, jugar, explorar, descubrir y fundir espacios de existencia más allá de lo que permite la certeza y sus fronteras.