Matrimonio colegial entre los 100 científicos hispanos más destacados en Estados Unidos
Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 16 de octubre de 2020
La pareja de esposos compuesta por los doctores Yadira M. Soto Feliciano y Francisco J. Sánchez Rivera, egresados del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico (UPR), fueron seleccionados entre los 100 científicos hispanos más inspiradores en los Estados Unidos, según la notoria publicación Cell Press. Más allá de los lazos familiares que los unen, ambos comparten destacadas investigaciones que abarcan desde la propagación del cáncer, hasta un tema tan reciente como el COVID-19.
“Este reconocimiento nos lo otorgaron a ambos de manera independiente, pero terminamos los dos en la misma lista que muestra la labor de científicos hispanos, en diferentes etapas de su carrera. Entre estos respetados científicos se encuentran personas que han ganado el Premio Nobel, como el doctor Mario Molina e investigadores que realizan estudios en sus laboratorios por varias décadas. También incluyeron lo que llaman las estrellas que están en proceso de formar parte de la próxima generación de científicos. En esa categoría, estuvimos incluidos Francisco y esta servidora. Fue un honor bien grande porque fue liderado por la publicación Cell Press, una de las editoriales de revistas científicas más prestigiosas en la disciplina, por lo que para nosotros es muy grande e importante”, indicó la doctora Soto Feliciano.
El matrimonio se enteró de la buena noticia a través de la página de Twitter de la publicación, y acto seguido, recibieron las felicitaciones de familiares, compañeros de estudios y colegas del mundo científico. Por un lado, Soto Feliciano, realiza estudios postdoctorales en The Rockefeller University, mientras que Sánchez Rivera es investigador postdoctoral para el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, ambos centros ubicados en Nueva York.
“Ahora mismo, no somos muchos puertorriqueños en el campo de investigación de cáncer, pero seremos muchos más en el futuro. Estamos en una posición honorífica, ya que hacemos un tipo de investigación que está bastante a la vanguardia. Creo que reconocieron ese esfuerzo y la calidad de nuestras investigaciones para formar parte de este grupo tan comprometido. Por mi parte, investigo cómo en una célula recibe una mutación o una alteración o cómo esa célula eventualmente contribuye a la formación y el desarrollo de un tumor que, eventualmente, puede esparcirse por el cuerpo de los seres humanos y obviamente terminar en la muerte del paciente. Así que, a mí me interesan esos procesos que esa célula individual experimenta y cuáles son las trayectorias en términos de evolución que esa célula navega, hasta llegar a un tumor maligno”, indicó Sánchez Rivera, egresado del Departamento de Biología con especialidad en Microbiología.
Por su parte, Soto Feliciano se concentra en el estudio científico en una de las instituciones que históricamente se ha caracterizado por los descubrimientos y aportaciones en las ciencias biomédicas.
“Mi trabajo de investigación en los últimos cuatro años consiste en la interfase de biología molecular y celular, con énfasis en biología del cáncer, ya que esos son los modelos que utilizo para contestar las preguntas más básicas. Mi proyecto está enfocado en entender los mecanismos que la célula ha desarrollado a través de millones de años para empacar nuestro material genético, no tan solo empaca lo eficientemente en un núcleo bastante pequeño, pero también las formas en las cuales ese empaque es regulado (cuando se abre y se cierra). La importancia de estos mecanismos es que dictan la manera en que genes, que son los que controlan prácticamente todos los procesos que ocurren en la célula, pueden ser activados o desactivados de manera regulada. Hemos aprendido en los últimos diez o quince años, a través de esfuerzos de secuenciación en diferentes enfermedades, que los factores que regulan este prender y apagar de genes son bastante alterados en cáncer. La investigación se enfoca en entender cómo esas mutaciones alteran el estado normal y pueden contribuir a enfermedades particularmente el cáncer”, explicó.
Sus comienzos universitarios
De hecho, cuando esta científica comenzó estudios en el RUM, inicialmente solicitó admisión al Departamento de Ingeniería Química, y más adelante optó por cambiarse a Química. Allí, a través del doctor Samuel Hernández Rivera, quien le sirvió como mentor, logró abrirse paso en la investigación a nivel graduado.
“Provengo de una familia que no había cursado estudios universitarios en el campo científico. Mi papá tenía un taller de hojalatería y pintura, de repente un profesor que era su cliente, le contó que yo había sido admitida al Colegio. Cuando nos presentó, con el paso de tiempo, era el doctor Hernández Rivera, quien me ayudó mucho durante mis estudios en el bachillerato, pues me contrató como investigadora subgraduada. Le estoy muy agradecida, ya que fue una experiencia maravillosa que me abrió otras puertas”, afirmó.
Por su parte, Sánchez Rivera comenzó estudios en Psicología y luego se cambió a Microbiología.
“Cuando comencé a estudiar, me percaté de que mis intereses eran otros. Hice el cambio con el propósito de laborar en la industria farmacéutica. Un día vi a Yadira haciendo investigaciones y para mí, ella fue el modelo a seguir. Yo quería conseguir un laboratorio para hacer lo mismo y el doctor Carlos Ríos Velázquez fue mi mentor por tres años. Además, tiene más de cien discípulos que han continuado estudios a nivel graduado en Estados Unidos. Sin embargo, al principio nadie creía en mí, incluso le decían a mi mamá que yo no llegaría a ninguna parte y que no sería ni admitido al Colegio, y hoy les puedo decir que se equivocaron”, aseveró al tiempo que aprovechó para agradecer igualmente a los profesores Vivian Navas, Mildred Chaparro, Juan Carlos Martínez Cruzado y Franklin Carrero Martínez.
Un matrimonio colegial
Ambos se conocieron a través de otro matrimonio colegial compuesto por Steven Muñiz Rivera y Kristina Soto Feliciano, hermana mayor de Yadira, graduada del Departamento de Biología, cuando cursaban estudios en el Colegio Presbiteriano Pablo Casasús en la Sultana del Oeste. A partir de ese momento, prosiguieron como pareja hasta completar la universidad. Luego, en Massachusetts Institute of Technology (MIT), completaron juntos sus estudios de doctorales en el 2015.
“Cuando nos mudamos a continuar el postdoctorado, ya casi teníamos como catorce años de noviazgo y decidimos casarnos. Primero, realizamos una ceremonia civil en Nueva York, y en diciembre celebramos la boda en Puerto Rico. Somos una pareja sencilla e hicimos una ceremonia en Mayagüez con la familia más cercana. Cuando el huracán María devastó al barrio El Maní, donde vivían mis padres, Francisco y yo tuvimos que viajar de emergencia a Puerto Rico. Un vecino los tuvo que rescatar, pues la inundación cubrió hasta el techo. Ellos sufrieron muchas pérdidas y es cuando me entero de que Francisco y yo nos convertiríamos en padres. Una desgracia, de repente nos trajo otra alegría que es nuestro hijo Francisco Eugenio Sánchez Soto, que ya tiene dos años y cuatro meses, es el amor de nuestras vidas”, relató la química.
Consejos a la nueva cepa universitaria
El inseparable dúo coincidió en que la educación recibida en el RUM fue fundamental para proseguir en el campo de la investigación y le exhortó a los universitarios que no renuncien a sus metas.
“Las clases que tomé el Colegio fueron una pieza fundamental para lo que me dedico hoy en día. Cuando ambos llegamos a Estados Unidos y empezamos nuestro doctorado, nos dimos cuenta que muchos de los conocimientos ya los habíamos aprendido a nivel subgraduado. Incluso, otros estudiantes graduados de importantes instituciones educativas nos preguntaban cómo sabíamos esos datos. Los profesores del Colegio fueron los mejores”, expresó Sánchez Rivera.
Por otro lado, Soto Feliciano les recomendó que identifiquen opciones y oportunidades en el Recinto para que adquieran experiencia en los laboratorios que dirigen los diferentes profesores.
“El apoyo que yo recibí de principio a fin fue incomparable. Tengo que decir que el Colegio no tiene nada que envidiarle, en términos de educación, a ningún otro lugar. Si se radican en Estados Unidos, es un poco fuerte hacer la transición del idioma, pero una vez logras dominar el inglés en par de meses, todo es más llevadero. Yo llevo al Colegio bien cerca de mi corazón, se lo recomiendo a todos los estudiantes de Puerto Rico que, si tienen la oportunidad, estudien allí o en otros recintos del sistema de la UPR”, manifestó.