Egresado colegial brilla como relevo en el piano de Papo Lucca durante concierto del 70 aniversario de la Sonora Ponceña
Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu)
Prensa RUM
jueves, 18 de diciembre de 2025
No hay duda de que los colegiales brillan por todos los rincones de Puerto Rico y del mundo. Así lo demostró el egresado e ingeniero Vicente J. Báez, conocido en el ámbito musical como Chente, quien iluminó e hizo vibrar el escenario del Coliseo Roberto Clemente, donde se celebró recientemente el 70 aniversario de la Sonora Ponceña, al sustituir en el piano a su director, el maestro Papo Lucca.
Báez se graduó del Recinto Universitario de Mayagüez en el 1999, cuando obtuvo su bachillerato del Departamento de Ingeniería Eléctrica, disciplina a la que ha dedicado su carrera profesional en conjunto con la música, en la que también se educó.
“Con toda honestidad, siempre menciono que los mejores años de mi vida fueron estudiando en el RUM. Recuerdo mi juventud en el edificio Stefani, cuántas memorias atesoro en mi corazón. Si vuelvo a nacer, volvería a caminar por los pasillos del edificio donde tomaba casi todas mis clases y por ese campus tan hermoso. Sin duda, graduarme del Colegio ha sido lo mejor que me ha pasado. Como todo joven estudiante universitario crecí, reí, bailé, lloré, maduré, pero estudié y me gradué. Obtener una carrera en Ingeniería no es fácil, pero tampoco imposible. Dondequiera que me preguntan digo con mucho orgullo, sangre verde, un Tarzán del Colegio, soy un 802, graduado de la mejor Universidad de Puerto Rico”, expresó el músico oriundo de Sabana Grande.
Precisamente, desde hace una década forma parte de la legendaria orquesta Sonora Ponceña, pero sus inicios en el mundo musical se remontan a su niñez, cuando tomó cursos con diversos maestros en la zona oeste.
“Estudié toda mi vida en el sistema público de mi querido pueblo. Nunca olvidaré esos años de infancia, ni a los niños que crecimos juntos durante esa época. El kínder lo pasé en la escuela Francisco Vázquez Pueyo del barrio Susúa. Mientras, la elemental, de primer a sexto grado fue en la José R. Gaztambide. Luego los grados intermedios de séptimo a noveno grado, los cursé en la James Copper y la José A. Castillo. A nivel superior, me gradué de la Blanca Malaret, donde mi papá Vicente Báez Belén fungió como maestro de Geometría y Matemática Avanzada. De ahí, nace mi amor por las matemáticas y la ingeniería”, rememoró.
Mientras estudiaba, sintió el llamado de la música en sus venas, pasión que lo condujo a combinar las ciencias con las artes. En sus inicios, tocó el instrumento de la trompeta, pero el contacto con el piano superó sus expectativas artísticas. Todo comenzó cuando su progenitor le obsequió un piano sin imaginar que tendría ante sí a un gran pianista y un profesional en el campo de la ingeniería.
“Conocí la música a la edad de 11 años y desde entonces fueron mis inicios. Comencé tocando la trompeta, pero desde el primer momento que tuve un piano en mis manos fue un amor a primera vista. Tuve la oportunidad de tomar clases de piano con grandes maestros, los cuales me enseñaron a amar y respetar la música. Mi papá me regaló un piano pequeño de juguete, aún recuerdo que era color azul y tenía como 20 teclas solamente. Cuando formé parte de la banda escolar con la trompeta, pero en mi casa en el piano. Mi primera maestra fue Rosario Cummings, educadora de mi pueblo Sabana Grande, quien me daba clases de manera privada. Luego, tomé cursos más avanzados con la profesora Nilda Betancourt, quien enseñaba en la Universidad Interamericana de San Germán. De ese momento en adelante, continué formándome con varios maestros, quienes me enseñaron los diferentes estilos de tocar la música latina popular, en los géneros de salsa, merengue, bolero, danza, entre otros. Escuchar esos grandes pianistas latinoamericanos, despertó en mí ese deseo de crecer y aprender. Una vez los conozco, es cuando comencé a imitarlos en sus ejecuciones. Para esas fechas, nació mi amor por los ritmos latinos y que son tan contagiosos”, sostuvo.
Nacido en Ponce y criado en Sabana Grande, este colegial hijo de Carmen D. Ayala Velázquez, quien laboró como enfermera graduada. Además, sus dos hermanos, Edgardo y Carmen, quienes son egresados del RUM. Una vez inicia sus estudios en el Colegio de Ingeniería en agosto de 1993, formó parte de diversas agrupaciones hasta su graduación, bajo la dirección de un grupo de profesores que se han destacado en el recinto mayagüezano y son recordados por generaciones de colegiales.
“Durante mis años como estudiante de Ingeniería, formé parte del Departamento de Banda y Orquesta, en aquel entonces dirigido por la profesora Claudina Brinn y el profesor Edgar Vélez. Participé desde prepa hasta que me gradué en los grupos Opus 4, que era un conjunto de jazz y en Alma Latina, una agrupación dedicada a la música con ritmos variados. Al graduarme en el 1999, comencé a trabajar como ingeniero y a tocar en varias orquestas de salsa y merengue. Siempre llevé de manera paralela mis dos pasiones. A nivel musical, todas esas experiencias me ayudaron a desarrollarme y crecer como pianista. Hoy día, que han pasado varios años y con varias canas en mi cabeza, sigo ejerciendo mi profesión y trabajando como músico. Siempre vivo agradecido de papá Dios, la vida, mis padres, así como al Colegio de Mayagüez por las bendiciones y las satisfacciones que recibo a diario”, indicó.
Este colegial sabaneño tocó para diferentes orquestas ganándose el respeto y admiración de sus colegas. Entre las principales estuvo en La Solución de Mayagüez, también en las agrupaciones de Nino Segarra, Héctor Tricoche, Mannix Martínez y la del caborrojeño Roberto Ortiz. Sin embargo, cuando Papo Lucca conoció su desempeño, lo reclutó para que formara parte de su orquesta.
“Desde joven, escuchaba esas grandes orquestas Sonora Ponceña, El Gran Combo, Bobby Valentín, Willie Rosario, Eddie Palmieri, entre otras. Sin embargo, mi anhelo siempre fue pertenecer a alguna de ellas. Tuve la dicha de participar y trabajar con muchos grupos musicales y orquestas locales. Años después se me presentó la oportunidad de conocer al gran maestro y pianista Papo Lucca, director musical. Conocía a Alexander Rosa, actual bajista, quien me recomendó. Después de varios ensayos y muchas noches de prácticas, pude entrar a su agrupación. Mi primera actividad con la Sonora Ponceña fue un 26 de septiembre de 2015, en las Fiestas patronales de Cabo Rojo cuando empezamos a tocar a las 9:00 de la noche. Jamás olvidaré esa fecha”, recordó.
La vida le permite sustituir en el piano a su mentor
Durante el magno concierto en el que se conmemoró el 70 aniversario de la orquesta, tuvo la oportunidad de compartir tarima con grandes intérpretes que pasaron por la legendaria agrupación, como la sonera Yolanda Rivera, Luigi Texidor, Omar Ledée, hijo del fenecido Antonio “Toñito” Ledée, Héctor “Pichie” Pérez y Fernando “Wito” Colón. Además, le acompañaron en las voces: Darvel García, Daniel Dávila y Jorge Nicolai Avilés, sus tres cantantes actuales.
“Ha sido una bendición para mi vida pertenecer a esta gran agrupación y trabajar junto al maestro Papo Lucca. Entre los mejores pianistas de salsa a nivel mundial, se destaca el nombre de Papo. Soy afortunado y más que bendecido de aprender su estilo, sus técnicas y ser su mano derecha en tarima y en el estudio de grabación. Es una gran responsabilidad la que llevo en mi espalda al ocupar la silla del piano con la Sonora Ponceña. La asumo con respeto, valentía, orgullo y humildad. El maestro ha sido una escuela, una universidad y una gran influencia no solo para mí, sino también para muchos pianistas. Siempre se mantiene realizando arreglos, trabajando y mejorando cada día”, reconoció.
Además de su faceta como ingeniero de la empresa Claro, donde combina sus labores con su otra pasión que son las bellas artes. En su lugar de trabajo muchas personas lo reconocen con frecuencia. Sus compañeros son motivación para que continúe con sus compromisos con Sonora Ponceña.
“En todas partes, soy de los que grito: Antes, ahora y siempre… ¡Colegio!”, finalizó este portador de sangre verde, que sabiamente combinó las ciencias con las artes.
La orquesta Sonora Ponceña se fundó bajo la dirección de Enrique “Quique” Lucca en 1954, se convirtió en el grupo musical emblemático del municipio de Ponce. Ante el fallecimiento de don Quique, su hijo Papo continuó con la agrupación musical.






