Otorgan 22 doctorados en la graduación colegial #112
Por Idem Osorio De Jesús (idem.osorio@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 13 de junio de 2025
El Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico (UPR), otorgó veintidós doctorados durante su centésima duodécima colación de grados: cinco en Ingeniería Mecánica, e igual número en Ingeniería Eléctrica; cuatro en Química Aplicada; tres en Bioingeniería; dos en Ciencias Marinas y en Ingeniería Civil, respectivamente; y uno en Ingeniería Química.
En sus ceremonias del jueves, 12 de junio, dedicadas a los Colegios de Artes y Ciencias, así como de Ingeniería, seis féminas y dieciséis varones obtuvieron el grado académico más importante que confiere una universidad a los candidatos que han culminado exitosamente una disertación basada en una investigación original en su campo de estudio.
En esta ocasión, recibieron su Ph.D. los siguientes estudiantes: Karla Andrea Echevarría Altamar, Andrés Saavedra Ruiz y Olga Victoria Soledad Flores, de Bioingeniería; William Elí García Rodríguez, Margie R. Guerrero Fernández, Christian J. Lagares Nieves, Miguel A. Ramírez Méndez y Juan Carlos Vargas Martínez, de Ingeniería Mecánica; y Michael Andrés Álvarez Navarro, Sergio David Manzanarez Elvir, Jairo José Orozco Sandoval, Larry Rafael Theran Suárez y Camilo Andrés Verbel Márquez, de Ingeniería Eléctrica.
Asimismo, completaron su grado doctoral: Jaaziel Emmanuel García Hernández y Carla Lorraine Mejías Rivera, en Ciencias Marinas; Mariola Marie Flores Rivera, Josian Luciano Velázquez, Jorge Luis Plata Enríquez y Mike Vázquez Torres, en Química Aplicada; Jerson López Fajardo y Boris Rentería Beleño, de Ingeniería Civil; e Isabel Hortal Sánchez, en Ingeniería Química.
Prensa RUM conversó con algunos de los recién graduados de doctorado, quienes hablaron sobre su aportación investigativa y lo que representó el Colegio en sus carreras académicas.
En el caso de Mariola Marie Flores Rivera, del programa doctoral de Química aplicada, su pasión por esta rama científica comenzó desde su bachillerato en Ingeniería Química, también del RUM, cuando se inició en la investigación subgraduada bajo la mentoría del doctor Enrique Meléndez. Esa experiencia, según relató, la enamoró de la disciplina, al punto de continuar su formación al más alto grado académico.
Hoy, tras completar su sueño de graduarse de doctorado, la joven oriunda del pueblo de Barranquitas contribuye con su trabajo investigativo a solucionar uno de los problemas más recurrentes de salud en la población femenina.
“Mi proyecto de tesis se basa en la síntesis, caracterización y aplicación biomédica de complejos ferroceno hormonas. Estos complejos con los que estuve trabajando están dirigidos a tratar el cáncer de mama receptor de estrógeno positivo. En este tipo de cáncer se sobre expresa el receptor de estrógeno y es una proteína de interés porque la interacción entre los estrógenos y esta proteína desenlaza procesos que llevan a la proliferación celular. Esa interacción es de interés y nosotros estamos buscando sintetizar productos que sean más selectivos para tratar este tipo de cáncer, que es el de mayor incidencia”, aseveró.
Sobre su paso por el Colegio, Mariola siente que ha sido sumamente gratificante, ya que pudo atestiguar un gran crecimiento y desarrollo desde que era alumna subgraduada, hasta su doctorado.
“En este tiempo tuve la oportunidad de servir como mentora a estudiantes, y yo también conté con la guía de docentes investigadores cuando estaba haciendo mi bachillerato, y eso ha sido sumamente importante para mí como persona”, agregó la científica, quien aspira a una carrera en la academia, y eventualmente, “si Dios quiere, ser profesora de la UPR en algún recinto”.
Por su parte, Christian J. Lagares Nieves, quien culminó su doctorado en Ingeniería Mecánica, considera al Colegio como un segundo hogar en el que creció personal y académicamente desde los 16 años, pues ingresó con una admisión temprana en 2013. Ya hacia la última parte de su bachillerato, conoció a quien fue su consejero de tesis a nivel doctoral, el doctor Guillermo Araya, con quien comenzó formalmente el doctorado en 2019.
“Mi enfoque fue la intersección entre la ingeniería aeroespacial, la mecánica y las ciencias en computación. Mientras, mi área de estudio es la dinámica de fluidos computacionales, en específico en flujo de alta velocidad. Para traerlo a términos que quizás todos podamos entender, a mí me gusta mucho usar una analogía: imagínense poder viajar de Nueva York a Londres temprano en la mañana y regresar a tiempo para la cena en el lugar de origen. Esa es la meta, que pudiera parecer de ciencia ficción, pero es alcanzable si logramos perfeccionar viajes de alta velocidad. Si bien cuando escuchamos supersónico e hipersónico, el enfoque es típicamente milicia o viajes espaciales, tienen muchísimas aplicaciones civiles que pudieran mejorar la calidad de vida”, explicó, al tiempo que agregó que el objetivo consistió también en reducir el costo computacional.
Asegura ser portador de sangre verde, pues desde su infancia en su natal Mayagüez, vislumbraba graduarse del Colegio como una de sus aspiraciones más anheladas.
“Eso yo lo tenía bien claro desde finales de la escuela elemental y principios de intermedia, yo estaba convencido de que quería estudiar Ingeniería Mecánica y que aspiraba a terminar un doctorado. Yo tenía esa visión y entré decidido a cumplir un sueño”, recordó.
Luego de haber adquirido experiencia laboral en varios proyectos de entidades públicas y privadas, y también de conocer a su prometida, la también colegial y recién egresada de maestría en Biología, Anais Hernández Escobar, Christian está listo para su próximo paso personal y profesional.
“Ya dentro de poco me caso y me traslado fuera de Puerto Rico, a Virginia, con mucho dolor en mi corazón porque esta fue mi cuna por los pasados 28 años. No obstante, salgo en búsqueda de más crecimiento y jamás descartando regresar al que orgullosamente he llamado hogar toda mi vida. A donde sea que Dios me lleve en este trayecto, nunca soy de rechazar una oportunidad. Así que allá vamos”, reiteró.
Las banderas de Perú y Colombia también ondearon en el aire cálido de la Sultana del Oeste durante esta graduación número 112, para honrar a sus embajadores, los estudiantes internacionales Olga V. Soledad Flores y Camilo A. Verbel Márquez, quienes reiteraron el agradecimiento con la institución que no solo les otorgó el más alto grado académico, sino que se convirtió en su hogar y segunda patria durante el trayecto.
Camilo, original del municipio de Ovejas, en el departamento de Sucre en Colombia, llegó al Colegio en 2016, influenciado por su entonces consejera de tesis y egresada, con la meta de completar una maestría en Física, lo que logró en 2019. Ya contaba con un bachillerato en esa misma disciplina de la Universidad del Atlántico, en Barranquilla.
En agosto de 2019, inició el doctorado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica y de Computadoras, grado que acaba de obtener tras muchos retos y desafíos.
“Mi trabajo de tesis consistió en la caracterización de un nuevo material depositado en forma de películas delgadas. Este material brinda oportunidades en el área de electromagnética aplicada, ya que tiene diferentes propiedades cuando se le aplica un voltaje, una corriente o cuando es expuesto a temperaturas. Sus temperaturas y sus propiedades pueden variar, lo que puede representar el uso de este tipo de materiales en dispositivos electrónicos como capacitores, contribuyendo así a nuevos aportes en el área de la electrónica y la computación cuántica”, describió.
Abundó que el cerebro básicamente realiza unas funciones que requieren poco voltaje y su objetivo es emular ese comportamiento en la computación neuromórfica, “es decir, aplicarlos a computadoras que pueden imitar esos procesos muy rápidos con muy poco voltaje. Ese es nuestro gran aporte”.
Actualmente, el ingeniero realiza un postdoc en el Departamento de Ingeniería Eléctrica como parte del proyecto CARSE, bajo la supervisión del doctor Rafael Rodríguez Solís, desde donde espera continuar aportando a la investigación. De cara al futuro, se visualiza en ese campo, en la academia y hasta en la industria.
Al preguntarle lo que representó su ahora alma mater en su formación, visiblemente emocionado y con los ojos nublados, compartió su sentir tras un difícil proceso para realizar su proyecto, que consta de un material relativamente nuevo, poco estudiado e inédito en la academia.
“Gracias al esfuerzo y a un equipo de trabajo que se confabuló para alcanzar este objetivo, se logró. Llegué en el 2016, naturalmente, lleno de miedos, siendo apenas un joven de 23 años. Ya llevo nueve años aquí, donde encontré familia, esposa, mi educación y un hogar. Agradecido con este país porque me lo ha dado todo”, declaró.
Para la peruana Olga Victoria, su doctorado en Bioingeniería también podría complementarse con un grado adicional en supervivencia, ya que en suelo boricua le tocó vivir los retos más inesperados de su vida, como un huracán categoría cuatro, un enjambre de terremotos, una pandemia y apagones, entre tantos otros desafíos.
Realizó su bachillerato en su país natal y también se sintió inclinada en llegar al oeste mayagüezano, inspirada en un curso de nanomateriales que ofreció allá su compatriota y colegial, el fenecido doctor Oscar Perales Pérez, quien más adelante se convirtió en su consejero y mentor académico durante su maestría en Física en el RUM.
“Mi proyecto de tesis doctoral básicamente fue en analizar la toxicidad de puntos cuánticos de carbono bajo diferentes condiciones. Dado a que la nanotecnología ha crecido tanto, se ha vuelto en un posible contaminante. Entonces, en el caso de mi investigación, se centra en los carbon dots para asegurarse que sean seguros en el ambiente. En eso básicamente es que aporta”, precisó.
Cuando contestó cómo fue su trayecto por tierra de Juanas y Tarzanes, Olga aseguró que se trató de una experiencia increíble, en la que jamás pensó que aprendería tanto académica y personalmente.
¿Satisfecha?, preguntó Prensa RUM: “Sí, muy feliz. Ya Puerto Rico es parte de mí”, puntualizó.