Una historia con número áureo y sangre verde
Por Mariam Ludim Rosa Vélez (mariam.ludim@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 27 de junio de 2025
Poco antes del huracán María, su hija Natalie, quien en esos momentos tomaba la clase de Precálculo en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), le dijo a su progenitora: “Mami, las matemáticas que tú tomaste ya no son las de ahora; esto es otra cosa”.
Fue así como surgió el reto de retomar estudios universitarios graduados, luego de más de dos décadas de haber obtenido su bachillerato, con honores, en Matemática Pura en el recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico.
Marissa Álvarez Valentín, quien se desempeña como coordinadora de la Biblioteca de Ciencias Marinas del RUM, aceptó el desafío y comenzó su jornada con una readmisión en mejoramiento profesional en el 2018, que desencadenó en convertirse en estudiante de maestría.
Durante la centésima duodécima graduación colegial, obtuvo su grado de Maestría en Ciencias en la Enseñanza de Matemáticas a Nivel Secundario.
“En 2018 retomé mis estudios. Mi primer curso fue Solución de Problemas, dictado por el profesor Stanislaw Dziobiak. Comprendí desde ese momento que mi hija tenía razón, esto era otra cosa, pero quedé fascinada con lo que me iba encontrando a mi paso: nuevas herramientas de estudio como Desmos, Khan Academy, Geogebra, así como canales en YouTube de contenido matemático en los que profesores explicaban los conceptos”, sostuvo la matemática, egresada de la clase de 1994.
De hecho, recuerda que cuando tomó la clase de Geometría en el primer semestre del año académico 1989-90, dictada por el profesor Freddy Santiago, también participó un alumno graduado que asistía en modalidad de oyente.
“Ese estudiante era Luis Cáceres, que recién llegaba a Puerto Rico a iniciar su maestría. Pasado el tiempo, resultó que sería mi profesor en la maestría, ya que tomé con él los cursos de Álgebra Lineal a nivel subgraduado en modalidad de oyente; Teoría de Conjuntos y Lógica, y Álgebra Moderna”, relató.
Como a cientos de estudiantes, a Marissa también le tocó estudiar en la era pandémica, que incluyó terremotos, huracanes y otros imprevistos.
“La pandemia fue un reto tanto para el profesorado como para nosotros los estudiantes. Tomaba un curso con el profesor Cáceres y, sinceramente, sentía que estaba al lado de mi escritorio. El curso a distancia resultó más cercano que los presenciales, y como quedaban grabados, uno podía volver sobre el tema hasta lograr su comprensión”, recordó.
Durante su jornada académica también tuvo la oportunidad de desempeñarse como asistente de cátedra al impartir los cursos de Precálculo I y II. Esta experiencia le reafirmó la relevancia de la educación en Matemáticas.
“Estuve preguntándoles por casi tres meses a mis estudiantes si me podían decir algo sobre el número áureo, un tema que imparte la profesora Olgamary Rivera. Para mi sorpresa, solo un estudiante dijo que lo había escuchado. De manera que cada vez comprendía más la importancia de la Maestría en Ciencias en la Enseñanza de Matemáticas a Nivel Secundario”, narró.
De hecho, el número áureo, representado por la letra griega φ (phi), es una proporción especial que equivale a aproximadamente 1.618. Se encuentra en la naturaleza, el arte y la arquitectura, y se considera símbolo de belleza y equilibrio. Aparece, por ejemplo, en la forma de un caracol o en el diseño del Partenón. Enseñarlo, permite mostrar que las matemáticas no son solo números, sino también parte del entorno.
Estar cimentada en la enseñanza de las matemáticas, le permitió ser la instructora personal de Precálculo I y II, así como de Cálculo I, de su hijo Gerardo, quien ingresó al Colegio en el 2023 al Departamento de Ingeniería Industrial (ININ).
“Comprendí que la motivación y el entusiasmo con los cuales reforzaba sus clases, lo inspiraban, y eso me daba más ánimo para continuar”, afirmó.
¿Y qué representó escalar este nuevo peldaño y participar de otra colación de grados colegial?
“El día de la graduación vi todo el esfuerzo que conllevó retomar una carrera que había colocado en pausa: ‘Érase una vez’, como los cuentos de hadas, y todos estuvieron presentes en mi historia: profesores, compañeros de estudios y mi familia”, puntualizó.
La vida de Marissa está conectada con el Colegio desde 1989. Ya son 36 años vinculada al alma mater, donde también logró insertarse profesionalmente tras graduarse del bachillerato.
“En el verano de 1994, estaba entrenando en el Gimnasio Ángel F. Espada, y como deseaba tomar unos cursos adicionales en el Recinto, hablé con el profesor Ismael Rivera, bibliotecario, para trabajar como estudiante jornal en la Biblioteca General. Recuerdo que era un viernes y me dijo: ‘Pasa el lunes, pero sabrás que el trabajo es solo por el verano’. ¡Aún continúo en ese prolongado verano! Trabajé desde ese momento como estudiante jornal en la Biblioteca General hasta diciembre de 1996. En enero de 1997, bajo la dirección de la profesora Iraida Padovani, la coordinación de la profesora Ileana Martínez y la jefatura de la profesora Deixter A. Méndez, tiempos en los que la Biblioteca era realmente el corazón del Colegio, obtuve la plaza de Bibliotecaria Auxiliar, puesto que actualmente sigo ejerciendo. En septiembre de 2005, se me trasladó a la Biblioteca de Ciencias Marinas, y desde el 2006 me desempeño como su coordinadora”, explicó.
¿Por qué entrenaba en el gimnasio? Marissa fue Miss Colegio en Fisiculturismo en 1993, último año en que se llevó a cabo esa competencia. “Era una forma de liberar el estrés”, dijo entre risas.
Su sangre verde también ha sido transfundida a su prole: Natalie se graduó en 2021 del Departamento de Biología y Gerardo cursa su bachillerato en ININ. También le quedan tareas pendientes en sus proyectos de vida.
“Me gustaría tener la experiencia de trabajar en el Centro de Apoyo en Matemáticas. También reconozco la necesidad y el espacio vacío que existe, inclusive aquí en el Colegio, de un doctorado en esta rama con una especialidad en Matemáticas, ya que en Río Piedras no lo provee. Nuestro Recinto tiene excelentes educadores que harían la diferencia para que las escuelas de Puerto Rico logren tener estudiantes interesados por las matemáticas y por carreras relacionadas”, concluyó.