Los prepas del 2018 tienen su árbol
Por Rebecca Carrero Figueroa (rebecca.carrero@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 3 de agosto de 2018
“Si haces planes para un año, siembra arroz.
Si lo haces por dos lustros, planta árboles.
Si los haces para toda la vida, educa a una persona”.
(Proverbio chino)
Una de las actividades de la Semana de Orientación del Colegio de Ciencias Agrícolas (CCA) busca vincular a sus estudiantes de nuevo ingreso como colegiales y futuros agrónomos. Se trata de la acostumbrada siembra de un árbol en las cercanías del edificio Jesús T. Piñero, cuna de la agricultura colegial. Este ejercicio práctico se une a las conferencias, talleres y recorridos con que se recibe a los prepas del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
De esta forma, en el área de los árboles frutales, la clase entrante sembró un rambután que esperan comience a dar frutos al mismo tiempo que se gradúen, dentro de cuatro a seis años. Junto a las principales autoridades académicas, su consejero, el doctor Nelson Pagán Suárez; y estudiantes orientadores, los jóvenes se congregaron en el lugar designado para comprometerse con la tierra y con su desempeño académico en el Recinto.
“Esto se celebra desde antes del 2010, para fortalecer ese compromiso que hacemos desde que entramos a nuestro amado Colegio y a esta profesión que es tan importante para nuestro país”, describió Mónica Rivera Rosas, una de las estudiantes orientadoras y coordinadora de la ocasión.
La joven rememoró cuando participó en esta tarea, cuatro años atrás.
“Definitivamente, para mí, la Semana de Orientación y esta actividad en especial, marcó mi entrada a la vida adulta. Es un orgullo y un gran placer ver que la juventud, y también mis compatriotas y compañeros de generación, estamos comprometidos con mejorar la agricultura y con lo que es trabajar para la tierra y la naturaleza”, sostuvo la alumna en cuarto año de Agricultura General.
De la misma manera, el decano de la mencionada facultad, doctor Elvin Román Paoli, comparó el proceso de crecimiento del retoño con las vivencias que experimentarán como parte de su vida universitaria.
“Este es el inicio de su compromiso con ese árbol que hay que cuidar para que crezca como la obligación que tenemos nosotros, en la Universidad, para que ustedes también se desarrollen como él”, precisó.
Coincidió la profesora Wilma Santiago Gabrielini, rectora interina del RUM, quien también se unió al esfuerzo.
“Ha llegado el momento de sembrar y cosechar, tanto en el sentido literal como en el educativo. Es momento de sembrar esperanzas, sueños, expectativas y hay que trabajar duro para cosechar proyectos, propuestas, ideas y resultados. ¡Se puede! Es duro el camino en el Colegio, pero se puede. Cuando se gradúen de aquí, ese árbol tiene que estar bien frondoso, como ustedes lo van a hacer”, expresó la Rectora.
El agrónomo Francisco García, de la sección de Campo y Carreteras del Departamento de Edificios y Terrenos, lideró la siembra, acompañado de tres voluntarios, de entre el grupo de 320 alumnos de nuevo ingreso del CCA.
“Hace 10 años yo estaba ahí donde ustedes están. El arbolito que yo sembré, dio fruto porque me gradué en el 2013 y entré al Colegio a trabajar y a dedicarle el mayor fruto que es ver cómo el Colegio se puede ir formando, mejorando”, indicó.
David Villahermosa Marrero fue el primero en agarrar el pico y preparar el terreno. El joven, proveniente de San Juan, había tenido experiencias previas con plantas, pero ninguna similar a esta. “Ahora sí me siento que soy parte del Colegio”, señaló.
De otra parte, para la mayagüezana Andrea Nicole Montalvo Bonilla, esta fue la primera vez que plantaba un árbol.
“Estoy acostumbrada siempre a participar como voluntaria y me gustó intentar algo nuevo. Había sembrado cosas pequeñas, pero nunca árboles. Cuando me gradúe del Colegio, miraré hacia atrás y veré cómo comencé y que fue una experiencia muy grande para mí”, sostuvo.
Paola Nicole Aponte López, de Dorado, completó el trío de voluntarios.
“Cuando elegí participar, no me dijeron para qué y me ofrecí, sin saber. Siento que dejé mi huella aquí y que mientras pasen los años, voy a poder traer a mi familia o yo misma, cuando me gradúe, mirar hacia allí y saber que hice eso y que ese arbolito también está creciendo como yo también crecí. Eso me llena”, expresó la joven, quien aspira a establecer un negocio de productos veganos y por eso escogió este programa de estudios.
El rambután, cuyo nombre científico es Nephelium Lappaceum, puede alcanzar entre 10 a 20 pies aproximadamente de altura. Esta planta tropical se reconoce por su fruta roja, parecida a la quenepa.