Un viaje la lleva a la NASA
Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 8 de mayo de 2020
Desde la temprana edad de seis años, a la doctora Yaireska M. Collado Vega le había interesado el mundo de las ciencias. Un viaje que sus padres planificaron con mucho esfuerzo al parque temático Disney, en Orlando, Florida, le cambió la vida, pues aprovecharon la cercanía del Centro Espacial Kennedy, que pertenece a la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés). Una vez esta egresada colegial visitó el lugar, quedó maravillada por el alcance del mundo científico y se propuso como meta trabajar en esa entidad.
Y lo logró, aunque para llegar hasta allí requirió años de estudios, sacrificios, dedicación, y varias mudanzas entre su natal Puerto Rico y Estados Unidos. La graduada de los programas de bachillerato y maestría del Departamento de Física del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), de la Universidad de Puerto Rico (UPR) es en la actualidad, investigadora astrofísica para el Goddard Space Flight Center de la NASA, donde dirige al grupo de meteorología espacial, con alrededor de 20 empleados a su cargo. Sus responsabilidades incluyen la protección de las misiones de la NASA y los astronautas en el espacio de la radiación solar. En este momento, a consecuencia de la pandemia del COVID-19, trabaja a distancia desde su hogar.
Uno de los momentos más brillantes de su carrera ocurrió cuando tuvo la oportunidad de aparecer en televisión nacional en agosto de 2017 durante la transmisión del Eclipse Total Solar. Vistió una camiseta con el logo de su querida alma mater, lo que causó un gran impacto entre la audiencia boricua y colegial de la isla y la diáspora.
“Antes de realizar la transmisión, los organizadores preguntaron que si tenía una camiseta formal con el logo de NASA. Yo les respondí que tenía una muy bonita con el logo de la universidad donde había estudiado en Puerto Rico y me dijeron que la podía utilizar. Ese día recibí muchísimas llamadas telefónicas, comunicaciones escritas a mi página en Facebook, mensajes de texto de personas conocidas cuando transmitía las cápsulas en vivo. Mi teléfono no paraba de vibrar de tantos puertorriqueños que me vieron y me dejaron mensajes de felicitación, a gran parte de ellos, no los conocía. Me expresaron lo orgullosos que se sentían de mí y del trabajo que estaba haciendo. Luego de eso, me han entrevistado en muchos medios dentro y fuera de Puerto Rico”, recordó.
De hecho, para realizar esta transmisión en vivo, la doctora Collado Vega recibió un extenso libreto, por lo que tuvo que prepararse con antelación. Cuando llegó el momento, tuvo que trasladarse desde Maryland, donde residía, al estado de Carolina del Sur, lugar seleccionado para la transmisión mundial de ese momento histórico para la humanidad.
“Me informaron que el programa sería de cuatro horas. Tuvimos que practicar mucho. Para mi sorpresa, los números de audiencia superaron los resultados del Super Bowl. Uno de los presentadores me preguntó de dónde yo era, para que el mundo supiera mi procedencia. Recuerdo que le contesté que soy de Puerto Rico, vengo de Ponce, de una islita bien humilde y solamente quiero decirles que si en la vida uno de verdad se esfuerza, puede llegar muy lejos. Ese gesto le fascinó a mucha gente hasta el día de hoy”, relató.
Sus raíces ponceñas
“Vengo de una familia muy humilde y en casa estudiamos con escasos recursos. Pasé necesidades, a veces no tenía ni qué comer, sobrevivía con poco dinero, pero todo esto valió la pena y me formó en la persona que soy, en el día de hoy”, manifestó.
Sus padres María Vega y Ángel Collado enviaron a su hija a estudiar al Colegio Sagrada Familia de la ciudad señorial. Su mamá laboró para la Oficina de Registro de la Propiedad, mientras que, su papá se desempeñó como electricista en la Destilería Serrallés, además reparaba equipo electrodoméstico en su hogar para generar mayores ingresos.
“Mis papás se sacrificaron mucho para que yo estudiara, al igual que mis dos hermanos. Gretchen, que estudió Administración de Empresas y Educación en la UPR Ponce, y mi hermano Ángel Javier, graduado también del RUM, de Ingeniería Mecánica”, rememoró.
Mientras estudiaba la escuela superior, su maestra Mariluz Méndez la motivó a estudiar Física. Solicitó primero al Recinto de Río Piedras de la UPR, pero su hermano la convenció para que escogiera a Mayagüez, y la llevó por el Recinto para que conociera el ambiente universitario. Aunque fue aceptada en ambos, se decidió por el RUM, donde comenzó su bachillerato en agosto de 1999.
Su paso por el Colegio
Cuando se le preguntó a esta reconocida científica de la NASA sobre el recuerdo que más atesora durante sus años de estudio en el Colegio, mencionó rápidamente las múltiples mudanzas que hizo junto a su amiga Suzanne León, también de Ponce y que estudiaba Administración de Empresas, las que se extendieron desde el centro del pueblo de Mayagüez hasta el barrio Miradero.
“Esta amiga me ayudó mucho, pues yo no tenía carro y estudiamos prácticamente juntas. Mis padres no podían comprarme uno y con ella fue que conviví durante esos años. Todavía nos mantenemos en contacto y estoy muy agradecida por tantos años de amistad y de solidaridad”, afirmó.
Fueron muchos los tropiezos que Collado Vega tuvo que enfrentar, como parte de su vida universitaria en el RUM y recuerda que estudió todos esos años sin parar, incluyendo los veranos. Y esto no lo hacía sola, siempre estuvo acompañada de muy buenos amigos, como Teddy Rodríguez, otro compueblano, quien estudiaba también Física en el recinto mayagüezano.
“Teddy y yo nos hicimos tremendos amigos en el Colegio y ahora somos como familia”, recalcó.
Una vez completó el bachillerato, recuerda que pensaba abandonar la Física Teórica, pero el profesor José Roberto López Santiago, la motivó a continuar estudios en esa disciplina y, posteriormente, le brindó muchas oportunidades de mejoramiento profesional. Reconoció que tanto el doctor López Santiago, como los doctores Pablo J. Marrero Soto y Erick A. Roura Dávila, también del Departamento de Física, fueron fundamentales en su formación como científica.
“Trabajar para la NASA no fue un camino fácil. Antes de eso, tuve que hacer dos internados, mientras estudiaba en el RUM. En mi segundo año en la universidad, el profesor López Santiago me aconsejó que solicitara el internado de verano del programa National Institute of Standards and Technology (NIST). Yo pensé que no nos iban escoger y para sorpresa nuestra, nos aceptaron. De ahí fue que vine a trabajar por primera vez acá en el 2001”, sostuvo.
Luego, entró en un programa de acuerdo cooperativo con la NASA, que requirió que se mudara continuamente entre los dos países por muchos años.
Además de esas experiencias, completó su grado doctoral en la Universidad Católica de América en Washington, ya que es requisito para lograr una posición como científica en la NASA. Al aprobar los exámenes calificadores doctorales, esa institución le otorgó una segunda maestría.
Aunque confiesa que lo más difícil ha sido alejarse de su familia y abrirse paso sola en Estados Unidos, la científica ponceña recomienda a los colegiales que hoy cursan estudios a que nunca renuncien a sus aspiraciones.
“Al principio se reían de mí cuando yo decía que deseaba entrar a la NASA y mira hasta dónde he llegado. Para un estudiante que quiera dedicarse a la ciencia, es importante hacer sus internados de verano. Esto no puede fallar desde el principio de su formación académica. Cuando entras a esa experiencia, te ayuda a entender cómo es el ámbito profesional. En este campo, trabajas en equipo, nunca solo, por lo tanto, tienes que aprender a laborar con diferentes tipos de personas. Sinceramente, para ser líder es necesario tener paciencia porque no todo el mundo va a desempeñarse de la manera en la que tú”, recomendó.
Otro colegial se cruza en su camino
La vida le guardaría otra sorpresa a Collado Vega, quien reside en Glen Burnie, Maryland, junto a su hija Alondra, de seis años. La ponceña conoció a otro colegial, ahora su futuro esposo, como parte de un grupo puertorriqueño muy activo que reside en la zona de Washington, D.C. y realiza diferentes actividades para la comunidad hispana. Y todo comenzó bailando, como dice aquella pegajosa canción de salsa que interpretó el mayagüezano Frankie Ruiz, ya que tras un tiempo de compartir, la pareja se comprometió.
Su novio, el ingeniero Eric Figueroa, es graduado del Departamento de Ingeniería Civil (INCI) y Agrimensura del RUM con dos bachilleratos, uno en INCI y otro en Agrimensura. Una vez pase toda la situación del COVID-19 que ha afectado a nivel mundial, planifican contraer nupcias a principios del año 2021, en su querido Puerto Rico.