Los pequeños colegiales del Preescolar dan cátedra de su buen protocolo
Por Ídem Osorio De Jesús (idem.osorio@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 18 de septiembre de 2020
El Centro Preescolar del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) inició su semestre académico en un formato híbrido para dar continuidad a su misión educativa y de servicio a la comunidad, con estrictas medidas de seguridad y un minucioso protocolo que los pequeños colegiales cumplen al pie de la letra, para evitar el contagio del COVID-19.
Así lo dio a conocer su directora, Maribel González, quien explicó que reúnen a los niños de manera presencial dos días, en un horario limitado hasta el mediodía. Mientras, el resto de la semana, les preparan sus clases virtuales en la plataforma Teams de Microsoft, donde sus madres, padres y familiares pueden asistirlos con las tareas asignadas, de manera que haya una continuidad.
Al igual que el resto de la población colegial, el Centro se vio afectado con el cierre decretado en Puerto Rico y en el Recinto a raíz de la pandemia, lo que causó incertidumbre al principio. No obstante, el equipo de trabajo aceptó el reto y se atemperó inmediatamente al cambio.
“En marzo aún no habíamos finalizado nuestros servicios, por lo que prácticamente, nunca recesamos. Estuvimos fuera de servicio una semana, pero comenzamos a enviarles actividades para que las realizaran en sus casas y luego, para poder culminar ese semestre, hicimos una serie de eventos virtuales, como el Día de juegos, el cierre de semestre y un campamento de verano. Observamos que como los niños que atendemos tienen entre tres a cinco años, su necesidad no era la misma que tal vez podía tener un estudiante universitario; y que la educación a distancia, no era tan efectiva para ellos porque requieren la guía o la dirección de la maestra que les diera instrucciones o una introducción del tema para que luego en su hogar pudieran darles seguimiento”, reiteró.
Luego de reunirse con la Junta de Directores, con las madres y los padres de los alumnos, así como de preparar un plan de reinicio de labores que cumpliera con las reglamentaciones del RUM, de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y del Departamento de la Familia, bajo el cual tienen una licencia que los regula como centro preescolar, se determinó el nuevo formato de clases híbridas, que arrancó el pasado 10 de agosto.
“Fue un tremendo reto. Escribimos un plan cónsono con todos los criterios y lo sometimos a esos organismos para que nos dieran el visto bueno para poder empezar. Se llegó a un acuerdo balanceado que atendiera todas las necesidades”, reveló González.
Precisamente, la fórmula ganadora de ese plan es el protocolo establecido para garantizar la salud, seguridad y bienestar de todos los niños, así como del personal adscrito al Centro.
Los dos días que los alumnos asisten de manera presencial, llegan hasta las instalaciones del Preescolar, donde hay un área designada para tomar la temperatura y lavarse las manos. Allí cada adulto responsable, contesta un cuestionario diario con preguntas generales sobre el estado de salud del menor. Una vez cumplen con los requisitos de esa estación, y con el uso de su mascarilla y escudo facial, proceden a cambiarse sus zapatos por un calzado que solo utilizan en su salón de clases.
Según detalló la Directora, el aula de estudios también está dividida por estaciones, destacadas a diversas actividades, de manera que el alumno trabaje de forma individual en su tarea y luego rote para cubrir las siguientes, con el distanciamiento físico adecuado. Cada niño posee su propia caja de materiales para que no tenga que compartirlos y evitar así propagar el virus. Igualmente, traen una merienda de la casa, que toman a media mañana, único momento que se les permite retirar la protección de sus rostros.
“Al principio, teníamos mucho miedo porque todos los nenes juegan, tienen contacto, brincan, se comparten todo, es su manera de ser, pero la realidad es que hemos tenido mucha colaboración de los papás; ahí está la clave. Ya los niños están acostumbrados, desde su hogar, a utilizar su mascarilla y su escudo facial, así que lo que nos daba temor, pasó a ser todo lo contrario porque han cumplido con todas las medidas de seguridad y el protocolo. Instrucción que les damos, instrucción que ellos han seguido”, aseguró González.
Al finalizar la jornada diaria, se higienizan y limpian todas las instalaciones con mucha rigurosidad.
La educadora reveló que uno de los mayores desafíos surgió al preparar todo el material didáctico en una plataforma digital, lo que, finalmente y tras mucho esfuerzo, el equipo consiguió.
“Para nosotros ha sido más difícil porque nunca habíamos tenido que ofrecer una clase asistida por la tecnología a tiempo completo. Sí utilizábamos la tecnología para proyectarles una película, una canción o enviarles un video de YouTube para fortalecer el currículo, pero no a este nivel. Ahora en Teams, tenemos una libreta digital donde les colocamos las actividades que van a realizar cada día, incluyendo las que se hacen en el Centro y las que se van para la casa”, subrayó.
Otro reto delicado ha sido el distanciamiento físico con los pequeños, en términos de expresar afecto y emociones, ya que en circunstancias normales, suelen ser sumamente efusivos con sus maestras.
“Se pierde un poco el calor humano. Antes, los nenes llegaban y lo primero que hacían es abrazarte, agarrarte de la pierna y decirte: ‘te amo, maestra’. Tener que explicarles que debemos mantener esa distancia, ha sido la parte más difícil; pero, al mismo tiempo, lo han entendido y han sido súper colaboradores”, admitió.
Y aunque no lo puedan manifestar de la misma forma, los jovencitos colegiales han expresado su alegría de regresar a un entorno en el que encuentran a una familia extendida.
“Los niños están contentos. Les hacía falta la escuelita y todo el tiempo se lo decían a los padres, que extrañaban a sus amigos y a las maestras. Ese contacto, aún con la distancia requerida, era bien necesario. Ya lo añoraban. Tenemos la bendición de que a los nenes les gusta estar aquí y ya lo echaban de menos”.
La Directora agradeció a las madres, padres y familiares de los discípulos por ser una parte esencial en este proceso e involucrarse en la enseñanza de sus hijos. Asimismo, apuntó que esa contribución nace del interés de muchos empleados colegiales en tener la confianza de dejar a sus hijos en un ambiente habitual y supervisado, mientras se reintegran de manera presencial a sus trabajos.
“Creo que mamá y papá están bien conscientes de que estamos aquí para poder atender unas necesidades que ellos también tienen porque muchos deben venir a trabajar algunos días y, probablemente, no tengan con quién dejar a sus niños y se sienten en confianza de dejarlos aquí. Por ahora, es un horario limitado, esperando que cuando la situación mejore, podamos añadir, poco a poco, horas y días de servicio”, subrayó la educadora.
González también elogió la labor del doctor José Lugo, catedrático del Departamento de Ingeniería Mecánica, quien junto a su equipo de trabajo, confeccionó y donó escudos faciales a la medida para los pequeños colegiales. El esfuerzo estuvo coordinado por la directora de Servicios Médicos, Rosie Torres de Calderón.
Al pedirle una reflexión de todo este proceso, la encargada del Preescolar aseguró que su equipo de trabajo está comprometido en lograr una continuidad en sus servicios, sin perder de vista el objetivo de preservar la salud física y contribuir con la parte cognitiva y emocional.
“Ha valido la pena. El esfuerzo que uno haga para poder promover o mantener el desarrollo de un niño, es uno que va a redundar en tener un buen ciudadano en el futuro. Eso es lo que queremos, que además de poder aprender, se sientan queridos y felices”, puntualizó.