Una colegial que lleva la salsa en sus venas
Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 29 de enero de 2021
La doctora Amaris Torres Delgado, egresada del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico ha logrado cosechar una carrera que le llena de inmensas satisfacciones al combinar sus dos grandes pasiones: la ciencia y el arte, como bailarina de salsa.
La graduada de bachillerato en Biotecnología del RUM, quien obtuvo el grado doctoral en Bioquímica y Biología Molecular de Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 2016, se desempeña desde el 2019 como científica de Desarrollo de Procesos, para la empresa farmacéutica Amgen, en Boston.
“Cuando estudiaba en el Colegio Nuestra Señora de Belén, en Guaynabo, sentí la curiosidad de comenzar mi carrera en la industria farmacéutica. Comencé en 2005 a estudiar Biotecnología en el Colegio, gracias a mis mentores pude lograrlo. Durante el bachillerato, hice investigaciones con el doctor Carlos Ríos, pertenecí a los programas Marc y Sloan, también pertenecí a organizaciones como la Society of Hispanic Professional Engineers (SHPE), la Asociación Estudiantil de Biotecnología Industrial (AEBI) y hasta hicimos presentaciones fuera de Puerto Rico. Durante uno de los veranos visité MIT, donde realicé trabajos académicos más avanzados, ya que mi interés siempre fue la Bioquímica”, expresó.
En su paso por el campus mayagüezano de la UPR, descubrió también una vocación artística que la inspira y motiva igual que la ciencia. Mientras cursó su bachillerato, comenzó a tomar clases de baile y sucumbió a la pegajosa cadencia caribeña.
“Desde siempre me ha fascinado el ritmo de la salsa. Cuando escuchaba la música, quería saber qué hacer con mi cuerpo, porque la verdad es que me encanta. En Mayagüez fue que empecé a tener un poco de conocimiento, pues no me considero tan artística, así que soy más deportiva. Así que de inmediato no me salían los pasos que tenía que hacer. Inicié en Ballet Escenario, donde tomaba clases casualmente, pero no asistía de manera formal. Cuando me mudé a Boston para estudiar en MIT, descubrí este mundo que existe en el baile de la salsa fuera de Puerto Rico, en una ciudad donde reside una extensa comunidad latina. Entonces, en el laboratorio al que pertenecía, había una compañera puertorriqueña, que me motivó para que asistiera a varios eventos sociales”, relató.
A partir de ese momento, se embarcó en una travesía combinando ambos quehaceres. El baile comenzó a formar parte de su diario vivir, pues planificaba la agenda semanal con los eventos que organizaba el colectivo Masacote Entertainment, con quienes se unió para perfeccionar sus pasos.
“Cuando asistí a estas actividades, que se conocen como sociales, me percaté de que es un ambiente donde todo el mundo baila en un espacio seguro, sano y eso me fascinó. Entonces, continué primero tomando clases en sus cuatro niveles, apenas me ausentaba. Luego practicaba en mi casa para perfeccionar mis pasos, no me perdía los sociales, más adelante hicimos diferentes grupos. He continuado con ellos por mucho tiempo, realizamos coreografías en diferentes escenarios y hasta participamos un festival puertorriqueño”, afirmó.
Un elemento innovador de este colectivo artístico es que sus miembros pueden escoger su pareja, sin ocupar una posición fija en la pista.
“Con este grupo aprendí el conocimiento de la diversidad de pensamiento y de culturas. No es necesario juzgar a nadie. Todos acudimos con nuestras inseguridades y preocupaciones, vamos en la actitud de aprender. Sus integrantes rompen con los tradicionales roles sobre quién es el líder del baile y quién es el seguidor. En ese sentido, no se le obliga a nadie ocupar una de esas dos posiciones, cada quien escoge en qué puesto desea realizar. Pueden bailar juntos una pareja del mismo sexo, todo el mundo puede ser genuino sin temor de demostrar quién es”, sostuvo.
Al repasar su carrera estudiantil, esta egresada de la clase del 2010 del RUM recordó los altibajos que enfrenta un estudiante universitario, pero reconoce la calidad educativa que recibió de su querida alma mater.
“Las clases no eran fáciles, aunque aprendí mucho, en especial Termodinámica y Operaciones Unitarias. Entre mis memorias, no olvido en primer año cuando buscaba estacionamiento por todo el Recinto. Tenía que salir de mi vivienda con mucha anticipación y llegar al nuevo edificio de Biología, luego cruzar hasta el edificio Chardón, me tardaba casi quince minutos. Recuerdo que hacía tremenda caminata, pero esas memorias se quedan con uno para siempre”, aseguró.
Torres Delgado se plantea metas a diario y desea transmitir sus experiencias a las demás personas, ya que “intento ofrecer lo mejor de mí, aprovechar las oportunidades y deseo ser recíproca con las bendiciones que he tenido en la vida”, puntualizó.