En memoria de Solá Fernández, eterna profesora emérita
Por Mariam Ludim Rosa Vélez (mariam.ludim@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 14 de abril de 2023
La fuerza de su legado como educadora, crítica literaria y ensayista trasciende los tiempos y la vida misma. Así fue evidente en el acto de recordación de la doctora María Magdalena (Maggie) Solá Fernández, quien fue profesora emérita de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y catedrática jubilada del Departamento de Estudios Hispánicos (ESHI) del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
Un grupo de sus familiares, amigos y exalumnos se reunió en el Anfiteatro del Edificio De Celis del Recinto para honrar la memoria de la catedrática, quien se jubiló en 1995 y fue destacada como Profesora Emérita, en junio de 2002, durante la Colación de Grados del RUM. De hecho, fue la segunda fémina en recibir esta distinción en el Colegio de Mayagüez. Este título se concede a educadores que han cesado su servicio activo y que se han destacado en la cátedra de forma excepcional.
“Maga tuvo una importancia monumental en mi vida, desde mi formación como mujer, mis inclinaciones políticas y patrióticas, hasta mi profesión misma. Siendo mi hermana mayor (16 años mayor) y habiendo mi gemela Sylvia y yo perdido a nuestro padre desde los seis años, Maggie se sentía en el deber de ocuparse de nosotras y nos amó de la manera más noble y tierna que persona alguna en mi vida. La generosidad la definió siempre, habiendo invertido tiempo, el más caro de los valores, toda la vida en sus estudiantes, sus amigos, sus compañeros de lucha y su familia. Enseñar era su primera vocación, a partir de su amor por la lengua, la literatura y la crítica literaria, aunque Maga tenía una curiosidad intelectual por el conocimiento todo, en todas las dimensiones y disciplinas humanas. Fue profesora y consejera de cientos de estudiantes y amigos que con su guía completaron estudios universitarios, cuajaron tesis, libros y proyectos de vida”, indicó su hermana Ada Solá Fernández, en declaraciones escritas leídas por su hermana Sylvia.
“Maggie actuó siempre con entrega, desinterés personal y solidaridad. La definió su feminismo que permeó los temas literarios y políticos que abordaba en la academia y en la calle. Fue militante luchadora, ejemplo para mí, siempre apoyando la lucha activa dando su tiempo y sus recursos a causas justas y nobles. Podía ser objetiva sin dejar de ser sensible y se le podía confiar todo. Pocas personas conozco con tanta bondad y empatía. Amó con entrega a su Alberto. Juntos eran inseparables en el amor del uno por el otro, por su comunidad, por su patria y por el universo. Estaban absolutamente compenetrados en su pasión por la vida y lo bello, y la lucha por la patria libre, y creo que fueron muy felices. Maga nunca dejó de añorar su presencia, aunque ciertamente tuvo fortaleza para enfrentar el luto”, agregó.
Entre sus obras más difundidas se encuentran sus trabajos sobre la poeta Julia de Burgos y otras escritoras puertorriqueñas de la década de los setenta.
En el 2006, el Departamento de Estudios Hispánicos le dedicó la Semana de la Lengua, en la que ella dictó la conferencia magistral titulada Vivir en las páginas. En el 2016, dirigió su última tesis graduada del mencionado Departamento.
Además, fue una de las fundadoras de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU), mientras laboró en el Recinto de Río Piedras de la UPR.
Por su parte, la doctora Julia Cristina Ortiz Lugo, catedrática jubilada de ESHI, quien fue su alumna en el Colegio, también le dedicó unas emotivas palabras.
“Recuerdo dónde fue, cómo fue y qué llevaba puesto el día en que conocí a Maggie Solá por primera vez. Me había anotado para ayudar a velar exámenes finales en el Departamento. Nunca, ni antes ni después, nadie mostró tanto interés, tanta delicadeza y tanto respeto en relacionarse conmigo como persona y estudiante. Esa interacción fue el principio de un sendero luminoso por el que Maggie me encaminó. Recuerdo mi primer curso con ella: Literatura puertorriqueña, un curso panorámico en el que me mostraría no solo la lista de escritores y escritoras con quienes debía relacionarme, sino un cuidadoso y articuladísimo contexto histórico, social, cultural y económico en donde situar esas personas y textos. En su salón aprendí la historia de Puerto Rico porque a quienes debían enseñármela, la tarea les quedaba súper grande. Tuve noticias por primera vez del concepto de la ‘gran familia puertorriqueña’ y todos los días durante ese año salía con la sensación de que me habían tenido en un bunker, sin contacto con nada y por fin había podido salir”, rememoró Ortiz Lugo.
“En mi Departamento había dioses falsos, falsos eruditos traídos desde el extranjero con aura de unción. Aunque entendía por el producto de sus clases que algo no cuadraba, la verdad era que les daba el beneficio de la duda porque se movían con lo que entendía yo que era soltura, en el mundo de los catálogos de nombres y autores. Maggie era diferente, era una puertorriqueña como yo, que si bien había estudiado en Harvard, tenía un doctorado de la IUPI (Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico). Asistía todos los días a su proceso de crecimiento y solidificación intelectual, porque lo compartía con nosotras. Sabía que, con mucho esfuerzo, siguiendo sus métodos, estudiando siempre y sin parar, podría si no ser como ella, entender cómo se lograba eso que era ella. Hasta el día de hoy he seguido sus lecciones muy de cerca. Eso me ha permitido disfrutar de lo que hago, sea mucho, sea poco, porque obedece al compromiso que desde su cátedra me reveló”, enfatizó Ortiz Lugo.
Asimismo, en su alocución, la periodista Graciela Rodríguez Martinó, destacó la obra escrita de Solá Fernández.
“Baste leer la mención que de ella hizo la estudiosa de la literatura puertorriqueña doña Josefina Rivera de Álvarez, egresada también de este Colegio, al incluirla entre los ensayistas de crítica literaria en su libro Literatura puertorriqueña, su proceso en el tiempo. Ese libro de doña Josefina, que es una biblia, incluye a Maggie, entre figuras como Arcadio Díaz Quiñones, Mercedes y Luce López Baralt, Wico Sánchez, Rosario Ferré, José Ramón de la Torre, Marcelino Casino, e Iris Zavala y da cuenta de la crítica revisionista que vino a ser en su momento la lectura de la puertorriqueña Solá, sobre Neruda, una figura universal. Oigamos a doña Josefina cuando la coloca entre las voces que cambiaron los instrumentos de valoración de la crítica literaria de entonces: ‘Otros trabajos ensayísticos de las letras vinculados al moderno enfoque sociológico aparecen en el medio académico de Estudios Hispánicos de Río Piedras. Así el libro de María Magdalena Solá, trabajo que aspira a reflejar en palabras de esta autora, una obra donde la influencia social e histórica no se limita a la presencia de una particular visión del mundo, sino que manifiesta una voluntad consciente por parte del autor de expresar su ideología política…Corresponde a la firma de María Magdalena Solá el tomo Poesía y política en Pablo Neruda del Canto General una de las obras de más serio y detenido enfoque erudito que se han realizado en las letras hispánicas sobre el verso del gran poeta chileno, elaborada a tono con los modernos principios de estudio literario’ “, relató Rodríguez Martinó, al citar también a la doctora Rivera de Álvarez.
“Así mismo de importante son sus valiosos trabajos sobre Julia de Burgos, la revisión editada de sus poemas (Yo misma fui mi ruta) y la edición de los cuentos de narradoras puertorriqueñas, Aquí cuentan las mujeres (Muestra y Estudio de cinco narradoras puertorriqueñas). O el resto de sus ensayos en la revista Sin Nombre que tanto cuidó y defendió, en Claridad, Reintegro, y en 80 grados, por mencionar algunas publicaciones”, agregó.
Durante su presentación, Rodríguez Martinó resaltó la influencia que tuvo la fenecida educadora en su vida.
“Lo poco o mucho que soy en términos intelectuales se lo debo a María Magdalena Solá más que a ninguna otra persona en el mundo. Ha habido otras personas importantes, pero ninguna como ella. Imagínense si lo es, que a través de ella conocí -a algunos personalmente- a Nilita Vientós, a Arcadio Quiñones, a Cintio Vitier y Fina Garcia, a Wico Sánchez, a Carmen Rivera Izcoa, a Marcia Rivera, a Cortázar y Carmelo (Cracker Jack- chiste interno) a Efraín Barradas, Ivette Jiménez, Julio Ortega, Aurea María Sotomayor, Elsa Arroyo, Marlene Acarón y por supuesto, a Adita y Pimbi, a Albertico y Camilo, al gran Alberto Márquez y a la peluda Chaza (perrita de la familia Márquez Sola)”, dijo.
En representación del doctor Agustín Rullán Toro, rector del RUM, asistió el doctor Bienvenido Vélez, decano de Ingeniería, quien en esos momentos ejercía como Rector Interino.
Previo a la actividad de recordación, en una misiva a la comunidad universitaria, el Rector compartió sus condolencias.
“Su legado, con el que ha impactado a miles de estudiantes que asistieron a sus aulas, pervive las generaciones y es testigo de una fructífera trayectoria como educadora. De parte de la familia colegial, extendemos un abrazo solidario y el deseo de fortaleza en este momento tan sensible a sus familiares y amigos, en especial a sus hijos Alberto Márquez Solá y Camilo Márquez; a sus hermanas Ada Solá Fernández y Sylvia Solá Fernández, nietos y seres queridos”, sostuvo en la comunicación escrita.
Las voces de Chorium, coro de cámara del RUM, también fueron parte del acto de recordación.
“Monumental su importancia y también perderla. No hay palabras para describir mi dolor por su partida y mi agradecimiento por haberla tenido en mi vida. Su vida y obra hizo una diferencia y somos más ricos y felices por haberla conocido y tenido en nuestras vidas. Me conmueve la presencia de compañeros y amigos aquí hoy y les agradezco el tiempo y cariño que compartieron con ella, que para Maga era lo más preciado”, concluyó su hermana.