Dos matrimonios, cuatro doctorados, un mismo sueño desde Colombia
Por Mariam Ludim Rosa Vélez (mariam.ludim@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 13 de junio de 2025
Colombia, te quiero tanto
Que siempre me enamora tu encanto
Colombia, te quiero tanto
Te sigue bendiciendo tu encanto.
Lin Manuel Miranda
Cuatro historias se entrelazan con una fuerza singular: la del amor compartido, el conocimiento cultivado en pareja y la fe inquebrantable en los sueños. Dejaron su terruño sureño para anclarse en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) en pos de sus proyectos y esperanzas. Se trata de dos matrimonios colombianos, unidos por la vida, la ciencia y la ingeniería, quienes recibieron juntos sus doctorados durante la centésima duodécima graduación del recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Podría parecer una escena de una película encantada, con el amor como eje principal, pero fue forjada con desvelos reales, días de trabajo incansable, aprendizajes compartidos y una complicidad que solo nace cuando se camina en el mismo rumbo, sin perderse de vista el uno al otro.
Les presento a los doctores Jairo José Orozco Sandoval y Karla Andrea Echeverría Altamar, ambos oriundos de Barranquilla, y a los doctores Margie R. Guerrero Fernández, de Barranquilla, y Juan C. Vargas Martínez, de Sogamoso. Son parte del grupo de 22 colegiales que culminó el máximo grado que otorga la institución y de los 10 colombianos que completaron el doctorado.
Para Jairo y Karla, quienes llevan nueve años y cinco meses de casados, el mismo tiempo que residen en la isla, representa la tercera graduación como pareja: primero el bachillerato, en su natal Colombia, luego la maestría, en el RUM, y ahora el doctorado. Ambos son físicos, pero para el doctorado, Jairo optó por Ingeniería Eléctrica, mientras Karla se inclinó por la Bioingeniería.
Por su parte, Margie y Juan se conocieron estudiando en el Colegio, ya que son naturales de zonas muy distantes de Colombia. De manera que la conexión que les permitió la Ingeniería Mecánica forjó el matrimonio que ya casi celebra cinco años.
Prensa RUM les preguntó qué representa este importante logro y culminarlo de la mano de su pareja.
“Es una satisfacción grande en mi vida, porque soy el primer doctor en mi familia. También siempre ha sido un sueño, ya que quiero ser profesor de universidad. Siempre me ha gustado la enseñanza y la investigación. Representa también un gran anhelo para mi madre, ya que ella siempre, desde pequeño, me decía ‘mi científico’, y hoy ella puede ver ese sueño. Completarlo junto a mi esposa Karla es una meta cumplida. Durante esta trayectoria doctoral nos ayudábamos y complementábamos mutuamente, nos poníamos a chequear cada uno nuestras tesis, nos dábamos ideas de investigación. Había días que solo nos veíamos en la noche porque cada uno pasaba en su mundo de investigación”, narró Jairo.
“Me da mucha alegría porque es la forma de poder plasmar el cumplimiento de uno de mis sueños. Durante la carrera doctoral tuve subidas y bajas en las que, muchas veces, pensé que no lo iba a lograr, pero gracias a Dios se pudo. Además, a través de este logro, mis padres pueden ver cómo los esfuerzos que tuvieron conmigo me llevaron lejos, ya que ellos siempre hicieron lo posible por darnos, a mi hermano y a mí, la mejor educación en medio de sus posibilidades. Culminar al lado de mi esposo me muestra cómo hemos podido crecer y desarrollarnos profesionalmente en nuestras áreas específicas. ¡Un sueño cumplido!”, expresó, por su parte, Karla.
Del mismo modo opinaron Margie y Juan, al destacar que han sido muchos años de esfuerzo, sacrificio y crecimiento personal.
“No solo es un título, sino el resultado de superar muchos retos y de nunca perder de vista la mano de Dios en todas las cosas. También representa un compromiso con nuestra comunidad y con las futuras generaciones: demostrar que, con dedicación y apoyo, es posible alcanzar sueños grandes, sin importar de dónde vengas”, sostuvo Juan.
“Culminar este camino juntos ha sido una bendición inmensa. Compartimos no solo los logros, sino también los sacrificios, las desveladas, las dudas y las pequeñas y grandes victorias. Vivir esta experiencia juntos nos hizo más fuertes como pareja, y llegar a la meta tomados de la mano es algo que siempre vamos a atesorar. Para nosotros, representa la unión de dos sueños que crecieron en paralelo, pero siempre con el mismo norte: avanzar juntos”, agregó Margie.
Los nuevos doctores forjaron su camino educativo a través de innovadores estudios científicos como parte de sus tesis de grado.
“Mi investigación consiste en clasificar imágenes hiperespectrales usando un modelo de graph convolutional network. Las imágenes hiperespectrales son imágenes que tienen cientos de bandas en vez de tres (RGB). El objetivo principal fue hacer la mejor representación de la imagen en forma de grafos, usando un método adaptivo y probando distintas métricas para calcular la relación entre píxeles y obtener buenos resultados de clasificación usando GCN”, explicó Jairo.
En el caso de Karla, diseñó metodologías que mostraran el uso de la espectroscopía Raman, complementada con métodos de análisis multivariado y machine learning.
“Podía ser considerado como herramienta para monitorear sistemas biológicos, específicamente medios de cultivos celulares y sobrenadante celular colectado en un proceso de células. Lo que queríamos era mostrar que esta metodología, que era no invasiva, no destructiva y que se podía analizar en tiempos muy cortos, podría ser considerada como una herramienta para el control de calidad en un proceso de manufactura de células”, expresó la bioingeniera.
La tesis de Margie consistió en buscar y entender nuevas formas de manufacturar empaques electrónicos para circuitos de alta potencia.
“Estos circuitos requieren de sustratos cerámicos metalizados con propiedades muy especiales que soporten altas temperaturas y, a la vez, puedan disipar calor. Mi estudio consistió en replantear la forma en que se metalizan los sustratos cerámicos utilizando una técnica de manufactura aditiva llamada Cold Gas Spray. Con este nuevo enfoque se busca mejorar la adhesión de la capa metálica en el sustrato cerámico y hacerlos más robustos, para que los circuitos de alta potencia puedan soportar mayor carga”, puntualizó la ingeniera mecánica.
El estudio de Juan buscaba comprender cómo se dispersan ciertas sustancias, como contaminantes, olores o nutrientes, en el agua que fluye cerca de las costas.
“Esta zona es muy importante desde el punto de vista ambiental y biológico, porque ahí ocurren procesos clave como la alimentación y reproducción de microorganismos que forman la base de la cadena alimenticia marina. Estudiar este fenómeno es complejo porque todo está conectado: la velocidad del agua, la forma del fondo marino, los sedimentos, y la forma en que se transportan y se concentran distintas sustancias. Además, todas estas variables cambian constantemente con el tiempo y en el espacio, así que el análisis fue bastante exigente. Pero entenderlo mejor nos ayuda a proteger los ecosistemas costeros y a tomar mejores decisiones ambientales”, afirmó.
De hecho, un evento memorable durante ese proceso investigativo ocurrió durante los sismos que afectaron la isla.
“Una experiencia que nunca olvidaremos fue durante los temblores que ocurrieron en Puerto Rico en febrero de 2020. Juan estaba trabajando en un tanque donde simulan condiciones de oleaje para sus experimentos, un equipo en el que había invertido mucho esfuerzo y dedicación. Durante el sismo, el agua dentro del tanque se movió violentamente y casi se sale. Fue un momento de mucho susto porque temíamos que el tanque, y todo el trabajo invertido, se dañara. Por suerte, gracias a Dios, no sufrió ningún daño. Ese momento nos recordó lo frágiles que pueden ser las cosas, pero también lo importante que es seguir adelante pese a las adversidades”, sostuvo Margie.
Los nuevos doctores Orozco Sandoval, Echeverría Altamar, Guerrero Fernández y Vargas Martínez, desde Colombia hasta Puerto Rico y para el mundo, ahora tienen el distintivo sello de la cría colegial.
“Puedo decir que soy cien por ciento sangre verde. Tengo el sueño de ser profesor aquí en el Recinto. La institución me deja conocimiento, una profesión, amigos y personas lindas que conocí durante este trayecto. Hoy digo: antes, ahora y siempre… ¡Colegio!”, puntualizó Jairo.
“El Colegio me deja una huella grande que ha quedado grabada en mi corazón. El RUM no solo me permitió adquirir conocimiento a través de las distintas clases que tomé, sino que me ayudó a conocer personas, tanto profesores como compañeros, que de alguna u otra forma contribuyeron. También me permitió conocer personas que hoy los considero amigos y familia. Eso es algo que atesoraré siempre”, dijo Karla.
“El Colegio nos deja una huella profunda, no solo como profesionales, sino como personas. Fue el lugar donde crecimos académicamente, donde nos enfrentamos a grandes retos y donde también vivimos momentos inolvidables. Nos dio las herramientas para llegar hasta donde estamos hoy, pero más allá de lo académico, fue el lugar donde nos conocimos, donde formamos amistades que sentimos como familia, y donde aprendimos el verdadero significado de la perseverancia y el trabajo en equipo. Siempre llevaremos con orgullo ser colegiales”, concluyeron Margie y Juan.