Resiliencia emocional ante un diagnóstico de cáncer
Por Redacción (prensa@uprm.edu)
Prensa RUM
viernes, 25 de octubre de 2019
¿Cómo se enfrenta un diagnóstico de cáncer de seno? ¿Qué estrategias se utilizan para enfrentar las acciones que se tienen que tomar, tras conocer que padeces de esa enfermedad? ¿Qué tipo de emociones sintieron? Esas fueron algunas de las preguntas que contestaron las panelistas del conversatorio La inteligencia emocional en el manejo de cáncer, actividad organizada por la Alianza de Inteligencia Emocional (AIE), del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
Con gran fortaleza y serenidad, la doctora Gladys M. González Martínez, catedrática de Ciencias Agrícolas del RUM, y la contadora pública autorizada Alexis Figueroa Ramírez, profesora de la Universidad de Puerto Rico, en Aguadilla (UPRAg), relataron sus vivencias en el manejo de esta condición y su proceso de recuperación física y emocional.
A Figueroa Ramírez la diagnosticaron en el 2005, cuando tenía 35 años de edad. Se sintió un bulto en el seno e inmediatamente acudió a hacerse las pruebas que revelaron un cáncer ductal categoría tres, en uno de sus senos. En ese entonces, según relata, sus tres niños eran pequeños. Ahora, el mayor tiene 19 y unos gemelos de 15.
“Al principio uno no entiende la magnitud del diagnóstico. El día que me enteré nos correspondía hacer las compras de los regalos de Navidad, y eso hicimos mi esposo y yo. Quisimos mantener nuestra vida diaria lo más normal posible. No quería que sintieran lástima de mí, ya que eso le hace perder fuerzas a uno. Así que, como en esos momentos no tenía trabajo, mis energías las dedicaba a mis niños y todo lo que podía hacer en la casa”, contó.
Agregó que su motor de lucha fueron sus pequeñitos. “Aunque tal vez en esa edad no entendían mucho, no quería me vieran flaquear”.
El curso de su tratamiento fue mastectomía en el seno afectado y recibió quimioterapia. Relata que uno de los momentos más impactantes fue la pérdida del cabello.
“Me corté el cabello, siempre lo había tenido largo, y nada te prepara para la sensación que tienes en ese momento. Me levanté por la mañana y sentía la cabeza extraña y así fue que, me di cuenta que había perdido un mechón grande de cabello. Esa fue, para mí, una de las partes más fuertes de la enfermedad”, explicó.
La situación no le hizo perder su temple y su actitud positiva que salpicaba con pelucas de distintos colores.
“Esta experiencia te hace trabajar con tu fe. No preguntar por qué a mí, sino cómo puedo trabajar con esto”, señaló.
De hecho, tras su cirugía, Figueroa Ramírez quiso hacerse mastectomía preventiva en el otro seno, mas su médico no se la recomendó. Fue así que buscó otra cirujana que estuvo de acuerdo con el plan. Más adelante, también se realizó una histerectomía.
“Uno debe estar al control del tratamiento y las opciones disponibles. Esto se logra buscando información y opiniones”, aseguró.
¿Y qué lecciones le dio esta experiencia? “Debes mantener una actitud positiva. Muchas personas a mi alrededor, ni sabían que yo padecía cáncer. Me enseñó a estar motivada, a valorar ese vivir cada momento con toda intensidad, compartir más en familia. Valorar el tiempo, las personas que uno tiene alrededor”, indicó la profesora de Contabilidad en UPRag.
Por su parte, González Martínez recordó que su hallazgo fue tras una mamografía rutinaria. Le diagnosticaron, en el 2012, un cáncer lobular con receptor positivo a estrógeno. Esa variante es difícil de descubrir con el autoexamen.
“¡Esto lo venzo yo!”, le declaró con énfasis y fe a su médico, y con eso en perspectiva, comenzó su plan de acción.
“Al principio no le dije nada a nadie. Luego de mis clases, me fui sola para San Juan, y allí, me hicieron la biopsia. Se supone que fuera con alguien, me dijeron en la oficina del médico. Así que luego de la intervención manejé nuevamente para Mayagüez”, relató.
Durante ese proceso, sus familiares y amistades tuvieron un rol importante de apoyo, una vez decidió darles la noticia.
“Mi motivación principal era que tenía un nieto recién nacido y le pedí a Dios que me permitiera verlo llegar a kínder. Ya han transcurrido siete años en victoria”, narró.
Al igual que Figueroa Ramírez, se decidió por hacer una doble mastectomía, preventiva en uno de sus senos.
Uno de sus puntos de sanación emocional, según indica, aconteció cuando en un Relevo por la Vida se puso la camiseta de los sobrevivientes.
“Yo no lo decía a nadie y lo negaba, y cuando lo hice público, sané”, dijo en referencia a la parte emocional de la enfermedad.
Desde ese momento, decidió convertirse en defensora de los derechos de los pacientes de cáncer de seno, que en su mayoría son féminas. De hecho, del 2013 al 2015 fue la presidenta del comité organizador de la Marcha Rosada en el RUM. Actualmente, se ha capacitado en el tema para poder educar a otros sobre la condición. Asimismo, cabildeando para que se aprueben leyes que beneficien a las pacientes.
“Esto me convirtió en una mujer más fuerte siempre de la mano de la fe, porque soy creyente de Dios y la Virgen. Me enseñó la importancia de vivir un día a la vez, de frente a la fragilidad. He podido estar presente para otras amigas que enfrentan esta situación, algunas de ellas ya no están. Se requiere mucha fuerza interior y mucha fe para combatir a ese enemigo”, enfatizó.
El conversatorio fue moderado por los jóvenes Ángel A. Cuevas Mercado y Jahaziel Marrero Falú, presidente y secretario de la AIE, respectivamente, ambos estudiantes del Departamento de Psicología. A través de sus preguntas hilvanaron los testimonios en el contexto de la relevancia de la inteligencia emocional para gestionar este tipo de diagnóstico.
La audiencia, congregada en el Anfiteatro de Administración de Empresas (ADEM), también tuvo la oportunidad de hacer preguntas. Fue así que surgió el cuestionamiento de cómo veían la felicidad desde el crisol de lo experimentado.
“Ahora cada cosa que haces tiene un significado especial y te hace feliz. Y es que nos pasamos buscando la felicidad y no la estamos viviendo. He aprendido a valorar cada instante”, reiteró Figueroa Martínez.
“La felicidad es uno sentirse bien. Disfruto todos los momentos, mi familia, amistades, mis estudiantes”, agregó González Martínez, quien no faltó ni un día a clases durante este proceso.
Al finalizar, la doctora Mariam Ludim Rosa Vélez, directora de Prensa RUM, profesora de ADEM y consejera de la AIE, destacó que la inteligencia emocional brinda herramientas necesarias para el manejo de una crisis.
“Vemos en los testimonios de las profesoras cómo regularon sus emociones en pos de la sobrevivencia, mediante estrategias de automotivación y autocontrol para no decaer en el proceso. Es importante recalcar que el autocontrol no significa represión, ni la negación de las emociones, más bien reconocerlas y gestionarlas para dirigirlas hacia el bienestar deseado. Todo cambio, toda crisis, conlleva un impacto emocional. Lo que propone la inteligencia emocional es que podamos aprender a leer nuestros cuerpos para que podamos expresar las emociones de una forma efectiva para el propósito que queramos alcanzar, en este caso la sanación”, indicó.
Destacó que en momentos en los que se enfrenta situaciones apremiantes, como la noticia de una enfermedad, es muy importante cultivar la resiliencia emocional, virtud que ayuda a las personas a crecer, transformarse, renovarse y hasta ver la vida de una manera más positiva.