La historia de perseverancia de Hilario Hernández Rodríguez
Por Mariam Ludim Rosa Vélez (mariam.ludim@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 12 de julio de 2024
“Se trata de ser la luna que ilumina la oscuridad que te rodea y de no rendirte”.
Ese fue el lema de Hilario Hernández Rodríguez para superar los retos de la vida universitaria desde su condición de síndrome de Asperger (AS), uno de los trastornos del espectro autista (TEA) que se caracteriza por dificultades significativas en la interacción social, entre otras situaciones.
Manejar el cambio de ingresar a la vida universitaria es desafiante para cualquier estudiante; hacerlo desde el TEA, plantea complicaciones adicionales que incluyen el tiempo para realizar las tareas, incomodidad en socializar y hasta la carga sensorial de los entornos con sus ruidos y tránsito de personas.
Hilario logró afrontar, con éxito, esas circunstancias, al graduarse de bachillerato en el Programa de Sistemas Agrícolas y Ambientales del Departamento de Ingeniería Agrícola y Biosistemas del Colegio de Ciencias Agrícolas, durante la centésima undécima colación de grados del RUM.
“Ser colegial se trata de estudiar, aprender, sobrepasar barreras y no rendirse. Este día es muy anhelado. Soy de Mayagüez y desde pequeño, siempre soñé con estudiar aquí”, dijo en un aparte con Prensa RUM el día de su graduación.
El joven de 23 años ingresó en el recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico (UPR) a sus 17, en el 2018, y su equipo de apoyo siempre estuvo encabezado por su progenitora, Alice M. Rodríguez, egresada del Departamento de Enfermería del RUM.
“Desde pequeño, por mis dificultades, tuve que tomar muchas terapias, pero más allá de eso, mi mamá fue siempre un motor y mi terapeuta cinco estrellas porque sin ella, yo no estaría aquí. Mi mamá fue más allá y estoy muy consciente de eso”, enfatizó.
De hecho, Alice relató que aunque en su temprana niñez las evaluaciones de su hijo apuntaron a que estaba por debajo en las puntuaciones motoras y cognitivas, hasta el punto de sugerir que era un niño fronterizo, ella buscó todas las ayudas y recursos disponibles para su desarrollo personal y educacional.
“Me dieron ese papel con los resultados, pero no me asusté. Me enfoqué en todo lo que fuese necesario para llevarlo al nivel máximo de su talento. Esto incluyó terapias físicas, del habla, ocupacionales, psicológicas, de fotolectura, tutores en varias áreas y un profesor de educación física adaptada. Y si me decían que no, seguía buscando opciones”, relató.
Ahora dice que no hay palabras suficientes para expresar el sentimiento de asistir a su graduación y atestiguar este importante peldaño.
“Es una emoción tan grande que mi hijo logró romper tantas barreras y el desconocimiento de muchas personas sobre el TEA. Verlo graduarse, llegar a su meta, porque fue suya, para mí ha sido el momento más significativo de mi vida porque rebasó los esquemas sociales”, puntualizó Alice.
Precisamente, en ese camino de desarrollo de Hilario, se interesó por el deporte de la “bola grande y el círculo”, como describía en su infancia al baloncesto. Inmediatamente su progenitora buscó un maestro de kinesiología adaptada y fue así que logró dominar el deporte y participar en la Liga mayagüezana, donde su primer entrenador fue Rafael López, quien ya falleció. Mientras, también fue seleccionado, junto a su hermana Ninoshka, en el Caguas LIBAC, bajo la tutela de Nancy Resto, Héctor Cardía y Milly Ruiz.
Sus grados primarios y secundarios no fueron exentos del acoso. Mientras, la adaptación durante el primer semestre de Universidad fue intenso, según relató Alice, especialmente la parte de socialización.
“Entró al Colegio con 17 años y la transición era más difícil por el problema de socializar. De momento, tenía que estar en múltiples grupos de WhatsApp con sus pares de cursos o proyectos y estaba recibiendo constantemente notificaciones. Al principio fue superdifícil”, contó su mamá, al destacar que con las ayudas necesarias, esos retos también fueron superados.
Por ese motivo, pudo realizar su internado con la Universidad de Chicago, en un proyecto en Puerto Rico y laborar en una vaquería, experiencias que disfrutó mucho.
“Hilario fue un destacado estudiante durante su bachillerato en Sistemas Agrícolas y Ambientales. Al término del primer semestre que lo tuve matriculado en uno de mis cursos, le expresé mi reconocimiento por su desempeño académico y lo alenté a creer más en su capacidad. Naturalmente, estaba consciente de que él tenía un acomodo razonable, pero al menos en mis cursos siempre me mostró una gran capacidad para desarrollarse positivamente en lo académico y profesional. Percibí un compromiso excepcional consigo mismo para mejorar sus destrezas, lo cual le permitió destacarse en cuanto a pensamiento crítico y planteamiento de problemas. Fue muy satisfactorio verlo durante la ceremonia de graduación, saber que su dedicación y esfuerzo constante -más el respaldo de su familia- son evidencia de que las barreras pueden ser superadas con el apoyo adecuado y mucha determinación. Me siento honrado por la oportunidad de haber sido parte de su trayectoria en el Colegio y de haber visto de primera mano su crecimiento como persona”, indicó el doctor Salvador F. Acuña Guzmán, catedrático del Departamento de Ingeniería Agrícola y director de la Oficina de Estudios Graduados del RUM.
El joven terminó su grado de bachiller en diciembre de 2023 y ya en febrero de 2024 comenzó a laborar en la empresa Corteva Agriscience, en Salinas. Otro paso importante en su ruta de desarrollo ya que, desde entonces, por primera vez, vive solo.
“Trabajo en el área de Fitomejoramiento y mis planes en el futuro es seguir mejorando y aprendiendo”, enfatizó el ahora egresado colegial.
Mientras, Alice dijo estar agradecida de Dios, la familia, y de todas las personas que apoyaron a su hijo durante esta trayectoria.
“Fueron caminos duros, pero atravesamos el camino”, señaló al agregar que los desafíos incluyeron una emergencia médica que tuvo su esposo, también Hilario, de la que requiere atención en el hogar.
“Se graduó de la Universidad del Perro, como él le decía cuando pequeño al Colegio, en referencia a la mascota y en donde estudió su mamá. Recorrió las huellas de Tarzán hasta llegar al Coliseo Rafael A. Mangual, buscó su diploma, se tiró fotos en todos los lugares emblemáticos de la institución: ¡superó todas las expectativas! No hay palabras para describir lo que siento en mi corazón”, expresó.
Prensa RUM le preguntó a Hilario: ¿Qué consejo le da a otros jóvenes con diversidad funcional?
“¡No se rindan! Siempre en el camino encuentras personas que te ayudan y te dan consejos. Se trata de ser la luna en la oscuridad que te rodea y de no rendirte”, concluyó.