Meteoróloga colegial lleva la cultura fuera de su patria
Por Javier Valentín Feliciano (javier.valentin@upr.edu)
Prensa RUM
viernes, 7 de agosto de 2020
Para la colegial Isha Mary Renta López, el asunto de bailar los ritmos de la bomba no le llamaba la atención en un principio, pues se encontraba inmersa en su carrera como meteoróloga en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). Sin embargo, el destino la condujo no solo a destacarse en el campo científico, sino a fundar el grupo Semilla Cultural que promueve el baile de la bomba puertorriqueña, y que ha tenido una gran acogida en la comunidad hispana en el estado de Virginia, donde reside.
La egresada del Departamento de Matemáticas del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) logró combinar ambas pasiones, y hoy día brilla en sus quehaceres como representante de la diáspora boricua en Estados Unidos. Así lo reconoció este año, en su edición de abril, la revista de la Sociedad Americana de Meteorología, principal organización profesional de esta disciplina a nivel nacional, al destacarla por su labor en ese campo y, a la par, como directora ejecutiva de una organización cultural sin fines de lucro.
“Aparecer ahí fue una gratificación enorme para mí porque es la publicación oficial de la entidad. Cuando estudias en escuela graduada, aspiras a que algún día te publiquen, pero esto fue diferente, me hicieron una reseña sobre quién soy además de meteoróloga, es como ver el otro lado de la moneda. Para mí es una bendición; si algo bueno sale es que pueda inspirar a otras personas que esto se puede lograr. Las ciencias y las artes no tienen por qué estar separadas”, reiteró la científica oriunda de Ponce.
Renta López se graduó del RUM en 2004, completó una maestría en Howard University, en Washington D.C., y labora en la NOAA desde 2015, en la Oficina de Pronóstico del Servicio Nacional de Meteorología, donde se destaca como la única mujer científica de su sección. Su dependencia, que cubre una zona geográfica bastante extensa desde Washington, Baltimore y el norte de Virginia, ofrece informes incluso a la Casa Blanca y atiende a alrededor de diez millones de personas que tiene bajo su responsabilidad.
El despertar de su pasión artística y cultural
“En el 2006, Tamil Maldonado, una compañera de vivienda en Washington, que era de Humacao, se une a un grupo de bailes folclóricos y me invitó a una de sus presentaciones. De repente, me lanzó a la pista para que bailara bomba. De ahí, surgió mi interés por formar parte de la agrupación y continué con ellos. Con el tiempo, ese grupo se disolvió. Luego me mudé a otra zona más al sur de ese estado”, contó.
Tras haber participado en aquel colectivo, consideró formar uno similar en la ciudad donde reside, ya que sintió la necesidad de afianzar sus raíces puertorriqueñas fuera de su terruño.
“Toda esa mezcla de extrañar a mi país y sentirme lejos de casa, produjeron que me motivara a dar a conocer la bomba puertorriqueña. Me siento más cerca de Puerto Rico y comparto el conocimiento que tengo. Conversé con algunos integrantes del grupo anterior, para que me ayudaran a ofrecer un taller piloto de baile en el sótano de mi casa. De repente, mi hogar se llenó de gente, eran casi treinta personas. Les dejé una lista para que se anotaran, por si deseaban participar formalmente en futuras actividades. El éxito y el interés por parte de los que asistieron fue inmediato”, indicó.
El siguiente taller que realizó fue uno de percusión con los mismos músicos, evento que le confirmó que existía una necesidad por parte de la comunidad boricua. Así nació la organización hace seis años.
“El grupo aún no tenía un nombre y comencé a jugar con posibles alternativas. Escogimos el de Semilla Cultural, creamos un logo y nos inscribimos legalmente; luego, identificamos un espacio alquilado para las reuniones y obtuvimos los permisos. Comenzamos a ofrecer clases todas las semanas, tanto de baile como de percusión para niños y adultos”, manifestó la directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro.
Como entidad ya establecida, Renta López lanzó el reto a sus estudiantes para que bailaran bomba en una feria comunitaria. Esta primera aparición tuvo una acogida muy positiva por parte del público. Más adelante, viajaron hasta Nueva York para buscar los instrumentos musicales, encargaron la confección del vestuario y comenzaron a montar las distintas piezas del repertorio.
“Todo el trabajo que hacemos es voluntario, realizamos ensayos grupales, sometemos propuestas para obtener fondos, participamos de eventos, pero nuestro concepto es uno educativo. A través de las canciones, les hablamos a la gente acerca de este género tan nuestro, sus orígenes, le contamos la historia de nuestros ancestros que no aparece escrita en libros, que somos caribeños y que este género sobrevivió el periodo de la esclavitud. También, de que tenemos muchos elementos afines con otras culturas”, afirmó.
Agregó que, a pesar de la pandemia del COVID-19, lograron reinventarse y ofrecieron cursos de baile de manera virtual, que los llevó a conectarse con seguidores de diferentes partes del mundo.
“Por medio de nuestra organización, sembramos semillas de conocimiento en cada persona que nos ve y nos escucha. Está en ellos si desean participar, una vez pasan por ese proceso, de inmediato nos llaman para integrarse a las clases o asistir a las presentaciones. Con todo esto de la crisis de salud, tuvimos alumnos de España, Francia y de diversos estados. Yo no hubiera podido continuar con este proyecto, sin el compromiso del grupo de integrantes que siempre me acompaña. Mi misión es continuar sembrando esa semilla del género de la bomba”, subrayó la instructora.
Agregó que la bomba está atravesando un momento fructífero, pues existen agrupaciones boricuas en diversos estados, entre ellos: Washington, California, Florida, Maryland, Texas, Utah, Colorado, Illinois y Nueva York, así como en Europa y Oriente. Entre las presentaciones más memorables, recuerda cuando en agosto del año pasado, bailaron en el Lincoln Memorial, lugar donde el activista Martin Luther King ofreció su famoso discurso I Have A Dream. También fueron invitados al Kennedy Center of the Performing Arts en septiembre de 2015, así como en el Atlas Performing Arts Center en febrero de 2017, 2018 y 2019.
Sus vivencias por el Colegio
Aunque muy joven todavía, la egresada colegial recuerda como anécdota, que cuando se dirigía en una gira escolar hacia las Cuevas del Río Camuy, pasó con su grupo por el frente del RUM y se trazó como meta estudiar algún día en ese lugar. Además, el azote en la isla de los huracanes Hugo, en 1989, y Georges, en 1998, reforzó su interés por estudiar Meteorología, esto en un momento cuando no existían programas académicos disponibles.
“Cuando me gradúo en 1999 de la escuela superior Doctor Manuel de la Pila Iglesias, radico admisión al programa de Psicología. Mis primeros dos años los estudié en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ponce, ya que tenía a dos hermanos estudiando en el Colegio, en Ingeniería Industrial y en Ingeniería Civil, por lo que eran muchos gastos para mis padres. Con el tiempo, me percato de que las Ciencias Sociales no son lo mío. En el tercer año, me trasladé a Mayagüez al programa de Matemáticas”, contó.
Recordó con nostalgia aquellos años de su etapa universitaria, en especial el tercer piso del Centro de Estudiantes, donde se sentaba a estudiar con frecuencia. Y como dato interesante, por poco no se gradúa.
“Me hospedé en la calle Bosque y luego en la calle Post, en un edificio de apartamentos frente al hospital municipal. Cerca se encontraba una cafetería, en donde almorzaba con Rebecca García, mi compañera de apartamento. También, me uní al grupo GEAR, cuyo consejero era Hernán Méndez, una persona muy agradable. No me perdía las obras del grupo TeatRUM, me metía a los ensayos, ya que había estudiado teatro en mi escuela. Tomé clases con los profesores Uroyoán Walker, Gabrielle Castellini, Wilfredo Quiñones, Freddie Santiago, entre otros, quienes fueron importantes en mi desarrollo como estudiante. Casi no me gradúo porque tenía unos cursos del programa de traslado pendientes por convalidar, ocurrió casi tres semanas antes, pero finalmente pude hacerlo y desfilar por el Coliseo Rafael A. Mangual con mi diploma en mano. Fue una meta que me impuse desde niña”, indicó.
Además, durante los tres años que estudió en el Colegio, también trabajó como tutora de Matemáticas en el edificio Monzón, para ayudar a los estudiantes a mejorar sus destrezas.
Su carrera como meteoróloga
Mientras estudiaba en el RUM, participó en grupos de estudio en el Departamento de Ingeniería Mecánica, en donde realizó investigaciones sobre el tema meteorológico con estudiantes graduados. Además, asistió a una conferencia en Estados Unidos, e hizo dos internados en la NOAA.
“Recuerdo que tuve la experiencia de asistir a un vuelo en el avión del cazahuracanes. Aunque no hubo fenómenos en esa fecha, sí tuve la oportunidad de participar en una prueba aérea en la que el aparato se mueve como si estuviera realizando una simulación de un evento atmosférico”, rememoró.
Cuando se graduó del RUM en 2004, se mudó a los Estados Unidos para comenzar su maestría en Washington D.C., y aprovechó los veranos para realizar internados nuevamente con la NOAA. Dos de ellos fueron en la División de Investigación de Huracanes en Florida, así como en la Fundación Nacional de Ciencias.
Como parte de una de esas experiencias, formó parte de un grupo de investigación que exploró los polvos del Sahara durante 30 días dentro de un barco de la NOAA. Acompañada de otros boricuas, la expedición le permitió lanzar globos meteorológicos saliendo desde Barbados, siguieron hacia las islas de Cabo Verde hasta llegar a Fort Lauderdale, en Florida. Ese momento fue reseñado en los principales medios de Puerto Rico.
Tras finalizar esa etapa de sus estudios graduados, comenzó a buscar trabajo a tiempo completo en su área de interés.
“Empecé a trabajar en el Navy realizando investigaciones meteorológicas. Al mismo tiempo, había comenzado mis estudios doctorales en Meteorología en la Universidad de Maryland, pero eran casi dos horas guiando entre Virginia y Maryland, luego una hora de mi casa al trabajo. Además, ya me había casado y tenía a la mayor de mis dos hijas. Tuve que poner esa meta en pausa, pero la terminaré pronto”, señaló.
Tras cinco años laborando para la entidad de fuerzas armadas navales de Estados Unidos, decidió emprender nuevos rumbos y solicitó empleo, nuevamente en la NOAA.
“Casualmente, identifiqué una oferta de empleo que me interesó y la solicité. De inmediato fui seleccionada y en el 2015 comienzo a trabajar con NOAA”, recordó.
Una de los objetivos principales que tuvo esta científica es trabajar para la comunidad hispana, de manera que reconozcan la importancia de esa entidad, por lo que crearon una página virtual en español para que las personas tengan fácil acceso a los informes del tiempo, además de servirles a los principales medios de comunicación.
“Tenemos excelente relación con la prensa escrita, radial y televisiva. Les proveemos datos sobre las condiciones del tiempo. Además, hemos participado en las ferias comunitarias para tener más visibilidad y reconocimiento por los hablantes de lengua hispana. Visitamos a las escuelas de esta zona para educarlos sobre las ciencias. Ha sido muy interesante en todo lo que hemos participado. Muy bendecida de tener este trabajo”, expresó.
A lo largo de su carrera, ha sido reconocida por diversas entidades como Honoree del Latina Meetup DC, en marzo 2020; como Spotlight del Hispanic Heritage Month en septiembre 2019, de la compañía Columbia Weather Systems, en Oregon; y seleccionada como una de las NOAA Hispanic Heritage Month Champions, por su agencia, también en septiembre de 2019.
Nada de lo que Renta López se propuso en sus metas, lo hubiera logrado sin disciplina y dedicación, pero mucho más con la ayuda incondicional de sus padres Cándida y José Luis, al igual que de sus hermanos. Durante la entrevista con Prensa RUM, no quiso perder la oportunidad de ofrecer un consejo a la presente generación.
“Los estudiantes tienen que buscar esas oportunidades de internado, o mediante el voluntariado, incluso en la propia institución, ya sea dentro o fuera del país. Hace mucha diferencia y esto puede ayudar a que los reclutadores te consideren”, aconsejó la colegial, quien siempre trata de mantenerse en contacto con los alumnos interesados en estudiar meteorología, para compartir oportunidades de internados, becas y escuelas graduadas, entre otras.
“Cuando uno hace las cosas de corazón, las bendiciones llegan solas”, finalizó la orgullosa madre de dos hijas, Victoria de once y Alejandra de cuatro años.